La amenaza islámica-bolivariana

A principios de julio, el Subcomité sobre Contraterrorismo e Inteligencia del Congreso de EE.UU. realizó una audiencia titulada “Hizbulá en Latinoamérica – Implicaciones para la Seguridad Interior de EE.UU.”

El desfile de testigos se compuso de: Roger Noriega, miembro visitante del neoconservador Instituto de la Empresa Estadounidense; Douglas Farah, miembro sénior del Centro de Evaluación y Estrategia Internacional; Ilan Berman, vicepresidente del Consejo de Política Exterior Estadounidense y editor de la revista del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional; y la profesora de la Universidad Brown doctora Melani Cammett, único testigo que se preocupó de presentar una historia exacta de Hizbulá y se abstuvo de referirse al partido político y movimiento de resistencia como una organización terrorista dirigida por Irán.

Los otros testigos más que compensaron su escasa creatividad. En vista de la calidad de lo que se permite consistentemente que pase por ser una evidencia de la amenaza planteada a EE.UU. por el supuesto romance entre Irán y los regímenes izquierdistas latinoamericanos, tal vez sea sorprendente que los primeros tres expertos propagandistas no hayan invocado el chiste del presidente venezolano Hugo Chávez en el documental de Oliver Stone Al sur de la frontera –refiriéndose a una instalación de producción de harina de maíz– como “Aquí es donde construimos la bomba atómica iraní”.

Despojado de su intención jocosa, el comentario habría sido un buen consorte del arsenal existente de la camarilla de justificaciones para una mayor militarización estadounidense de Latinoamérica así como de potenciales maniobras militares contra Irán.

El viaje con una escala Caracas-Teherán

Ninguna audiencia de un subcomité del Congreso estaría completa sin un testimonio que confirmara que actualmente es posible viajar por avión de Caracas a Teherán sólo con una escala en Damasco.

Este poco de trivialidad, mencionado por Noriega y Farah, ha sido un favorito durante los últimos años entre ‘eruditos’ neoconservadores así como miembros del ministerio de Exteriores israelí.

Durante su expedición de junio de 2009 a Honduras para asistir a la 39 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el ministro de Exteriores adjunto israelí, Danny Ayalon, advirtió de que: “Sabemos que hay vuelos de Caracas vía Damasco a Teherán”. La urgencia suprema del “intento iraní de penetrar en el continente” no fue obvia ya que ningún representante de la República Islámica o de algún otro Estado no americano había estado presente en dicha asamblea.

Aparte de la aparición de Ayalon en Honduras, otros ejemplos que prueban la facilidad del viaje transatlántico incluyen el entrenamiento en 1983 en Israel de Carlos Castaño, padre del paramilitarismo colombiano moderno, que reconoció haber heredado el concepto de los israelíes. No es ninguna sorpresa que los modelos israelíes-colombianos de intimidación y desplazamiento de poblaciones que afectan económica, ideológica o étnicamente a los intereses del poder se juzgan mucho menos merecedores de consideración en ciertos círculos que, por ejemplo, el “peligroso eje ‘caudillo-mullah’ publicitado por el honorable Noriega.

El espeluznante alijo de fantasías secretas de Noriega

Roger Noriega, una de las varias reliquias de Irán-Contra recicladas por subsiguientes gobiernos de EE.UU., sirvió bajo el régimen de Bush II como embajador de EE.UU. en la OEA y luego como secretario adjunto de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental. La parte Irán-Contra de su currículo sugiere que ya ha tenido considerable experiencia en otro tipo de eje caudillo-mullah, según el cual los beneficios de las ventas de armas a la segunda parte del eje fueron destinados a beneficiar a partidarios de dictaduras derechistas en Nicaragua.

Los transparentes esfuerzos de alarmismo de Noriega contra el nuevo eje emplean a menudo un vocabulario de nivel limitado, tanto que solo en los últimos diez meses noa han alertado de la existencia de un “Pacto Secreto con Hugo Chávez” del derechista presidente hondureño Pepe Lobo, así como del “Programa Nuclear Secreto de Chávez” y del “¿Acuerdo Secreto de Argentina con Irán?” y nos han recordado que el viaje de una escala Caracas-Teherán forma parte de la “Temible Campaña Anti-Estadounidense de Hugo Chávez”.

Los efectos sensacionales de dependencia estratégica de Noriega de “secretos” se mitigan algo por su incapacidad de fundamentar sus propias afirmaciones. Como señala el periodista basado en Nicaragua Charles Davis, en un artículo de marzo de 2011 para Right Web respecto a la detección por Noriega en octubre de 2010 del programa clandestino de armas nucleares de Venezuela: 

“Esa sensacional afirmación de proliferación nuclear en el ‘bajo vientre’ de EE.UU. no se menciona en la más reciente guía política de 2.700 palabras [de Noriega] para el nuevo Congreso. Según cables filtrados del Departamento de Estado publicados por el sitio denunciante en la web WikiLeaks, los diplomáticos estadounidenses se han burlado en privado de la  idea de que Venezuela esté ayudando al programa nuclear de Irán o desarrollando armas atómicas; incluso de que sea capaz de desarrollar un programa civil de energía nuclear.” 

En un despacho titulado “¿Chávez, capo de la cocaína?” Noriega especula con que el líder venezolano “debiería sentirse muy inquieto de que un hombre al que el presidente Obama ha calificado como uno de los peces gordos de la droga más importantes del mundo, Walid Makled-Garcia, pueda contar pronto a los fiscales federales de EE.UU. todo lo que sabe sobre altos funcionarios venezolanos que han favorecido sus operaciones de contrabando de cocaína”. El intento de desacreditar a gobiernos izquierdistas endilgándoles vínculos con el narcotráfico debería yuxtaponerse al hecho de que no es ningún secreto que la CIA ha facilitado la acumulación por paramilitares derechistas nicaragüenses gracias a los ingresos por la distribución de cocaína en EE.UU.

Tatuajes persas, mexicanos y geografía

La tendencia a hacinar a socialistas, islamistas, narcotraficantes y otros indeseables en un solo nexo de malevolencia se observa también en una carta de 2010 de la representante estadounidense Sue Myrick a la secretaria de Seguridad Interior Janet Napolitano, inflando la idea de que Hizbulá estaría cooperando con cárteles de la droga en la frontera sur de EE.UU.

Sin que le preocupe al parecer el hecho de que el amistoso gobierno mexicano también pueda estar cooperando con cárteles de la droga en la misma frontera, Myrick suministra la evidencia: 

“A través de los Estados del sudoeste, funcionarios bien entrenados comienzan a percibir los tatuajes de miembros de pandillas en las prisiones que están escritos en farsi. Hemos visto usualmente tatuajes en árabe, pero farsi implica una influencia persa que puede ser probablemente rastreada hasta Irán y su ejército testaferro, Hizbulá. Esos tatuajes en farsi casi siempre se ven en combinación con tatuajes de pandillas o de cárteles de la droga.” 

El argumento de Myrick es suficientemente convincente como para merecer ser regurgitado por Douglas Farah en la audiencia del mes pasado del subcomité del Congreso y luego por la estación de noticias KRGV de Rio Grande Valley en Texas, que advirtió: “Terroristas Utilizan Nuevos Marcadores de Identificación para Reconocerse”. En cuanto a la afirmación de Myrick de que, gracias al vínculo entre Chávez y el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, iraníes ahora pueden aprender español en Venezuela y luego cruzar la frontera presentándose como mexicanos, la necesidad de perfiles raciales realzados en EE.UU. también ha sido sugerida por el análisis de la firma de inteligencia global STRATFOR de que Hizbulá parece mexicano. 

Mientras tanto, el testimonio de Farah también incluyó la afirmación de que Venezuela es una “rampa ideal de lanzamiento” para el narcotráfico debido a su “proximidad geográfica a África Occidental”. El que Farah sea incapaz de presentar sus argumentos sin recurrir a cálculos tan ridículos no contribuye a su credibilidad general, que es eliminada aún más por su anuncio de que Irán, los Estados bolivarianos, Hizbulá, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): 

“Comparten una doctrina de guerra asimétrica contra EE.UU. que incluye el uso de armas de destrucción masiva, masivas víctimas civiles como daño colateral aceptable, y la creencia subyacente de que la adquisición de armas nucleares para destruir EE.UU. es un imperativo moral o religioso. Esto no es una declaración de capacidad, sino una evidente declaración de intención.”

El problema en este caso, claro está, es que no quede claro que cuando dice que “esto” es supuestamente una clara declaración de intención se refiere a las propias patrañas de Farah, en vista de que ninguna de las entidades enumeradas ha expresado nunca su creencia en la destrucción nuclear de EE.UU., y que la práctica de causar masivas víctimas colaterales ha sido monopolizada en la historia reciente por el eje EE.UU.-Israel. 

Penetración en Argentina

La exterminación de civiles en los ataques terroristas en Buenos Aires contra la embajada israelí y la AMIA, el centro cultural judío, en 1992 y 1994, respectivamente, se invoca incansablemente como evidencia de los propósitos continentales malignos de Irán/Hizbulá. El argumento estándar es que los ataques  se realizaron en venganza por la anulación argentina de contratos nucleares con Irán.

Sin embargo, como señala el historiador y periodista investigativo Gareth Porter en un informe exhaustivo de The Nation, un alto funcionario nuclear de Argentina ha confirmado que las negociaciones para reanudar la cooperación con Irán continuaron durante todo el período en el que ocurrieron los atentados y que parecía que el resultado sería favorable a la República Islámica. Esto sugiere la posibilidad de que la venganza haya sido en realidad la prioridad de una parte no-iraní.

Al caminar por la calle en Buenos Aires en julio de 2009, me enteré rápidamente por la cantidad desproporcionada de afiches que mostraban a Chávez y Ahmadineyad apretándose la mano –acompañados de una advertencia de “penetración iraní en Latinoamérica”– de que la conmemoración anual del aniversario del ataque a la AMIA constituía una ocasión de primera para intensificar la diseminación de paranoia. Los anuncios de penetración dirigían a los consumidores a un artículo de un cierto Ely Karmon en la revista Veintitrés y estaban entremezclados con afiches que mostraban una cama desocupada con sábanas blancas en conmemoración de los “85 adioses”, que primero supuse que se refería a la epidemia porcina de entonces en Argentina, y no a las víctimas de la AMIA.

Veintitrés define a Karmon como investigador académico senior en el Instituto Internacional de Contraterrorismo y en el Centro Interdisciplinario en Herzliya, Israel. Sus técnicas de investigación académica en este caso incluían el plagio de tres párrafos de un artículo del Miami Herald de 2007 de Andres Oppenheimer, cuya observación de que “Ahmadineyad debe de adorar los trópicos” porque ha pasado más tiempo en Latinoamérica que George W. Bush, es atribuida por Karmon al Herald, aunque sin explicar cómo se ha convertido el ex presidente de EE.UU. en el estándar para medir la frecuencia de viajes a otros sitios que Crawford, Texas.

La investigación de Karmon saca a la luz tendencias preocupantes, como que el farsi se enseña en universidades venezolanas, que una cantidad de ingenieros iraníes ha aprendido español básico, y que las operaciones de Hizbulá han sido recientemente “frustradas en Azerbaiyán y en un país europeo no identificado”. Además llama la atención a un artículo de Los Angeles Times de 2008 que informa de rumores de un plan conjunto entre Hizbulá, el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Iraníes y los trabajadores de aeropuertos en Venezuela para explotar el servicio a Venezuela de Iran Air para capturar a empresarios judíos en Latinoamérica y contrabandearlos al Líbano. El “funcionario antiterrorista occidental” a quien se atribuye el plan no explica por qué el vuelo con una escala a Teherán significa que sea un vuelo sin escalas a Beirut.

En cuanto a otras funciones de la trayectoria Caracas-Teherán, han sido reveladas por Roger Noriega, quien, dos semanas después de declarar que “Solo podemos adivinar quién y qué va a bordo de esos vuelos”, logró informar al subcomité del Congreso que: “La red Hizbulá utiliza esos vuelos y otros para transportar agentes, reclutas, y carga hacia y desde la región”.

Nicaragua descoloca mega-embajada y canal

Otra causa persistente de preocupación es la presencia diplomática iraní en Latinoamérica, como lo muestra el testimonio de Douglas Farah: “Según informaciones, la embajada iraní en Bolivia solicitó más de dos docenas de sitios en la escuela internacional para niños de diplomáticos recién llegados a ese país”. No está claro por qué la embajada iraní en Bolivia es inherentemente más siniestra que las embajadas iraníes en Canadá y el Reino Unido.

El periodista Charles Davis resume la trifulca generada por el supuesto buque nodriza del embajador de Irán en Nicaragua: 

“En 2009, destacados conservadores como Michael Rubin llamaron la atención de los medios con la afirmación de que Irán había construido una nueva embajada en la expansiva capital Managua de Nicaragua que era ‘la mayor misión diplomática en la ciudad’. La embajada, combinada con las inversiones de Irán en Nicaragua y en otras partes de la región, advirtió Rubin, indicaba que la República Islámica ‘podría ver Latinoamérica como una cabeza de puente desde la cual conducir una estrategia agresiva contra EE.UU. y sus aliados.’ 

La afirmación fue propagada por todos los círculos políticos derechistas. Incluso la utilizó la secretaria de Estado Hillary Clinton. “Los iraníes están construyendo una inmensa embajada en Managua”, advirtió en 2009, solo unos pocos meses después de asumir el puesto. “Y solo podéis imaginar para lo que sirve.” 

Pero como informó el Washington Post en julio de 2009, esa “inmensa embajada en Managua” no se pudo encontrar. “No existe”, dijo burlonamente al periódico Ernest Porta, jefe de la Cámara Nicaragüense de Comercio.” 

En cuando al titular del año pasado en el periódico israelí Haaretz según el cual “Irán y Venezuela planifican la construcción de un rival del Canal de Panamá”, la perspectiva de un “Canal Nicaragua” financiado por Irán, que una el Atlántico y el Pacífico resulta menos convincente cuando el siguiente detalle aparece al final del artículo: “Un funcionario del Departamento de Estado dijo a la corresponsal en Washington de Haaretz, Natasha Mozgovaya, el miércoles que EE.UU. no sabe nada sobre algún plan para construir un nuevo canal en Latinoamérica”. 

Los tractores que no lo eran

En una presentación de octubre de 2009 al Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de EE.UU., titulada “Penetración iraní en el Hemisferio Occidental a través de Venezuela”, Norman A. Bailey –ex jefe de misión para Cuba y Venezuela bajo el director Nacional de Inteligencia y aliado de los escuadrones de la muerte hondureños, John D. Negroponte– descubrió nuevas maquinaciones insidiosas por parte de los ‘penetradores’. 

Adalid del golpe de 2009 respaldado por EE.UU. contra el presidente hondureño Manuel Zelaya, Bailey convirtió la molestia de Chávez ante una penetración neoliberal intra-hemisférica en el resultado de una penetración inter-hemisférica iraní y la idea de que “los iraníes habían abierto una instalación de ‘mantenimiento’ en Honduras para… ‘tractores’ fabricados en Venezuela, en realidad un almacén de trasbordo de drogas.” Observadores internacionales con un ojo menos atento, como puede ser la agencia noticiosa Agence France-Presse, informaron de la entrega de tractores venezolanos a Honduras sin darse cuenta de que no eran realmente tractores. 

Bailey describe la participación iraní en Latinoamérica como “curiosa” considerando que “no existe ninguna afinidad en absoluto entre el monárquico o islámico Irán islámico y los países del Hemisferio: histórica, cultural, política, económica o de otro tipo”. Se podría cavilar sobre qué tipo de afinidades culturales o políticas existen entre EE.UU. y el Irán monárquico, Arabia Saudí, o las guerrillas islamistas en Afganistán, o si el comercio entre Venezuela e Irán no representa una afinidad económica. En cuando a la evaluación de Bailey de que “una de las principales motivaciones [para la actividad iraní en la región] es poder tomar represalias contra [sic] EE.UU. si [Irán] es atacado”, no está claro si Baily es consciente de que acababa de caracterizar la penetración iraní como defensiva más bien que de naturaleza predatoria. 

Barrios de Caracas convertidos al Islam chií  

El pronóstico de Ely Karmon sobre la posibilidad de repentinas afinidades religiosas y la inculcación a los pobres latinoamericanos de enseñanzas chiíes parece ser desde ahora infundado en vista de la afirmación de Chávez de que Jesucristo fue un antiimperialista que murió en la cruz como resultado de la lucha de clases. Este cierto nivel de convergencia ideológica no obstante es posible, como sugiere la observación de Roger Noriega de que “a los musulmanes radicales de Venezuela y Colombia los llevan a un centro cultural  de Caracas bautizado Ayatolá Jomeini y Simón Bolívar para entrenamiento espiritual”.

El peligro de colaboración latinoamericana con un país extranjero que –a diferencia de EE.UU.– no ha estado involucrado en la historia contemporánea en actividades regionales como la inauguración de escuelas para candidatos a dictaduras y jefes de escuadrones de la muerte, que dirige centros ilegales de detención, e infecta a poblaciones locales con sífilis, es mientras tanto explicado de manera bastante directa por Douglas Farah: 

“Toda esta [colaboración] tiene lugar a costa de la influencia, la seguridad y el comercio de EE.UU. – incluida la seguridad energética y por lo tanto la seguridad de la infraestructura económica y de la seguridad (Venezuela es el cuarto proveedor por su tamaño de importaciones de petróleo de EE.UU. justo después de México, por cierto Latinoamérica es nuestra segunda fuente de suministro en general, solo un poco detrás de Medio Oriente).” 

La “seguridad”, por cierto, no debe ser confundida con estabilidad – un concepto que no tiene lugar en el negocio de la militarización y la instigación regional. 

Belén Fernández es una editora de PULSE Media. Su libro The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work será publicado por Verso el 1 de noviembre de 2011.  

La amenaza islámica-bolivariana

A principios de julio, el Subcomité sobre Contraterrorismo e Inteligencia del Congreso de EE.UU. realizó una audiencia titulada “Hizbulá en Latinoamérica – Implicaciones para la Seguridad Interior de EE.UU.”

Traducido del ingles para Rebelión por Germán Leyens

 

 

El desfile de testigos se compuso de: Roger Noriega, miembro visitante del neoconservador Instituto de la Empresa Estadounidense; Douglas Farah, miembro sénior del Centro de Evaluación y Estrategia Internacional; Ilan Berman, vicepresidente del Consejo de Política Exterior Estadounidense y editor de la revista del Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional; y la profesora de la Universidad Brown doctora Melani Cammett, único testigo que se preocupó de presentar una historia exacta de Hizbulá y se abstuvo de referirse al partido político y movimiento de resistencia como una organización terrorista dirigida por Irán.

Los otros testigos más que compensaron su escasa creatividad. En vista de la calidad de lo que se permite consistentemente que pase por ser una evidencia de la amenaza planteada a EE.UU. por el supuesto romance entre Irán y los regímenes izquierdistas latinoamericanos, tal vez sea sorprendente que los primeros tres expertos propagandistas no hayan invocado el chiste del presidente venezolano Hugo Chávez en el documental de Oliver Stone Al sur de la frontera –refiriéndose a una instalación de producción de harina de maíz– como “Aquí es donde construimos la bomba atómica iraní”.

Despojado de su intención jocosa, el comentario habría sido un buen consorte del arsenal existente de la camarilla de justificaciones para una mayor militarización estadounidense de Latinoamérica así como de potenciales maniobras militares contra Irán.

El viaje con una escala Caracas-Teherán

Ninguna audiencia de un subcomité del Congreso estaría completa sin un testimonio que confirmara que actualmente es posible viajar por avión de Caracas a Teherán sólo con una escala en Damasco.

Este poco de trivialidad, mencionado por Noriega y Farah, ha sido un favorito durante los últimos años entre ‘eruditos’ neoconservadores así como miembros del ministerio de Exteriores israelí.

Durante su expedición de junio de 2009 a Honduras para asistir a la 39 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el ministro de Exteriores adjunto israelí, Danny Ayalon, advirtió de que: “Sabemos que hay vuelos de Caracas vía Damasco a Teherán”. La urgencia suprema del “intento iraní de penetrar en el continente” no fue obvia ya que ningún representante de la República Islámica o de algún otro Estado no americano había estado presente en dicha asamblea.

Aparte de la aparición de Ayalon en Honduras, otros ejemplos que prueban la facilidad del viaje transatlántico incluyen el entrenamiento en 1983 en Israel de Carlos Castaño, padre del paramilitarismo colombiano moderno, que reconoció haber heredado el concepto de los israelíes. No es ninguna sorpresa que los modelos israelíes-colombianos de intimidación y desplazamiento de poblaciones que afectan económica, ideológica o étnicamente a los intereses del poder se juzgan mucho menos merecedores de consideración en ciertos círculos que, por ejemplo, el “peligroso eje ‘caudillo-mullah’ publicitado por el honorable Noriega.

El espeluznante alijo de fantasías secretas de Noriega

Roger Noriega, una de las varias reliquias de Irán-Contra recicladas por subsiguientes gobiernos de EE.UU., sirvió bajo el régimen de Bush II como embajador de EE.UU. en la OEA y luego como secretario adjunto de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental. La parte Irán-Contra de su currículo sugiere que ya ha tenido considerable experiencia en otro tipo de eje caudillo-mullah, según el cual los beneficios de las ventas de armas a la segunda parte del eje fueron destinados a beneficiar a partidarios de dictaduras derechistas en Nicaragua.

Los transparentes esfuerzos de alarmismo de Noriega contra el nuevo eje emplean a menudo un vocabulario de nivel limitado, tanto que solo en los últimos diez meses noa han alertado de la existencia de un “Pacto Secreto con Hugo Chávez” del derechista presidente hondureño Pepe Lobo, así como del “Programa Nuclear Secreto de Chávez” y del “¿Acuerdo Secreto de Argentina con Irán?” y nos han recordado que el viaje de una escala Caracas-Teherán forma parte de la “Temible Campaña Anti-Estadounidense de Hugo Chávez”.

Los efectos sensacionales de dependencia estratégica de Noriega de “secretos” se mitigan algo por su incapacidad de fundamentar sus propias afirmaciones. Como señala el periodista basado en Nicaragua Charles Davis, en un artículo de marzo de 2011 para Right Web respecto a la detección por Noriega en octubre de 2010 del programa clandestino de armas nucleares de Venezuela: 

“Esa sensacional afirmación de proliferación nuclear en el ‘bajo vientre’ de EE.UU. no se menciona en la más reciente guía política de 2.700 palabras [de Noriega] para el nuevo Congreso. Según cables filtrados del Departamento de Estado publicados por el sitio denunciante en la web WikiLeaks, los diplomáticos estadounidenses se han burlado en privado de la  idea de que Venezuela esté ayudando al programa nuclear de Irán o desarrollando armas atómicas; incluso de que sea capaz de desarrollar un programa civil de energía nuclear.” 

En un despacho titulado “¿Chávez, capo de la cocaína?” Noriega especula con que el líder venezolano “debiería sentirse muy inquieto de que un hombre al que el presidente Obama ha calificado como uno de los peces gordos de la droga más importantes del mundo, Walid Makled-Garcia, pueda contar pronto a los fiscales federales de EE.UU. todo lo que sabe sobre altos funcionarios venezolanos que han favorecido sus operaciones de contrabando de cocaína”. El intento de desacreditar a gobiernos izquierdistas endilgándoles vínculos con el narcotráfico debería yuxtaponerse al hecho de que no es ningún secreto que la CIA ha facilitado la acumulación por paramilitares derechistas nicaragüenses gracias a los ingresos por la distribución de cocaína en EE.UU.

Tatuajes persas, mexicanos y geografía

La tendencia a hacinar a socialistas, islamistas, narcotraficantes y otros indeseables en un solo nexo de malevolencia se observa también en una carta de 2010 de la representante estadounidense Sue Myrick a la secretaria de Seguridad Interior Janet Napolitano, inflando la idea de que Hizbulá estaría cooperando con cárteles de la droga en la frontera sur de EE.UU.

Sin que le preocupe al parecer el hecho de que el amistoso gobierno mexicano también pueda estar cooperando con cárteles de la droga en la misma frontera, Myrick suministra la evidencia: 

“A través de los Estados del sudoeste, funcionarios bien entrenados comienzan a percibir los tatuajes de miembros de pandillas en las prisiones que están escritos en farsi. Hemos visto usualmente tatuajes en árabe, pero farsi implica una influencia persa que puede ser probablemente rastreada hasta Irán y su ejército testaferro, Hizbulá. Esos tatuajes en farsi casi siempre se ven en combinación con tatuajes de pandillas o de cárteles de la droga.” 

El argumento de Myrick es suficientemente convincente como para merecer ser regurgitado por Douglas Farah en la audiencia del mes pasado del subcomité del Congreso y luego por la estación de noticias KRGV de Rio Grande Valley en Texas, que advirtió: “Terroristas Utilizan Nuevos Marcadores de Identificación para Reconocerse”. En cuanto a la afirmación de Myrick de que, gracias al vínculo entre Chávez y el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, iraníes ahora pueden aprender español en Venezuela y luego cruzar la frontera presentándose como mexicanos, la necesidad de perfiles raciales realzados en EE.UU. también ha sido sugerida por el análisis de la firma de inteligencia global STRATFOR de que Hizbulá parece mexicano. 

Mientras tanto, el testimonio de Farah también incluyó la afirmación de que Venezuela es una “rampa ideal de lanzamiento” para el narcotráfico debido a su “proximidad geográfica a África Occidental”. El que Farah sea incapaz de presentar sus argumentos sin recurrir a cálculos tan ridículos no contribuye a su credibilidad general, que es eliminada aún más por su anuncio de que Irán, los Estados bolivarianos, Hizbulá, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): 

“Comparten una doctrina de guerra asimétrica contra EE.UU. que incluye el uso de armas de destrucción masiva, masivas víctimas civiles como daño colateral aceptable, y la creencia subyacente de que la adquisición de armas nucleares para destruir EE.UU. es un imperativo moral o religioso. Esto no es una declaración de capacidad, sino una evidente declaración de intención.”

El problema en este caso, claro está, es que no quede claro que cuando dice que “esto” es supuestamente una clara declaración de intención se refiere a las propias patrañas de Farah, en vista de que ninguna de las entidades enumeradas ha expresado nunca su creencia en la destrucción nuclear de EE.UU., y que la práctica de causar masivas víctimas colaterales ha sido monopolizada en la historia reciente por el eje EE.UU.-Israel. 

Penetración en Argentina

La exterminación de civiles en los ataques terroristas en Buenos Aires contra la embajada israelí y la AMIA, el centro cultural judío, en 1992 y 1994, respectivamente, se invoca incansablemente como evidencia de los propósitos continentales malignos de Irán/Hizbulá. El argumento estándar es que los ataques  se realizaron en venganza por la anulación argentina de contratos nucleares con Irán.

Sin embargo, como señala el historiador y periodista investigativo Gareth Porter en un informe exhaustivo de The Nation, un alto funcionario nuclear de Argentina ha confirmado que las negociaciones para reanudar la cooperación con Irán continuaron durante todo el período en el que ocurrieron los atentados y que parecía que el resultado sería favorable a la República Islámica. Esto sugiere la posibilidad de que la venganza haya sido en realidad la prioridad de una parte no-iraní.

Al caminar por la calle en Buenos Aires en julio de 2009, me enteré rápidamente por la cantidad desproporcionada de afiches que mostraban a Chávez y Ahmadineyad apretándose la mano –acompañados de una advertencia de “penetración iraní en Latinoamérica”– de que la conmemoración anual del aniversario del ataque a la AMIA constituía una ocasión de primera para intensificar la diseminación de paranoia. Los anuncios de penetración dirigían a los consumidores a un artículo de un cierto Ely Karmon en la revista Veintitrés y estaban entremezclados con afiches que mostraban una cama desocupada con sábanas blancas en conmemoración de los “85 adioses”, que primero supuse que se refería a la epidemia porcina de entonces en Argentina, y no a las víctimas de la AMIA.

Veintitrés define a Karmon como investigador académico senior en el Instituto Internacional de Contraterrorismo y en el Centro Interdisciplinario en Herzliya, Israel. Sus técnicas de investigación académica en este caso incluían el plagio de tres párrafos de un artículo del Miami Herald de 2007 de Andres Oppenheimer, cuya observación de que “Ahmadineyad debe de adorar los trópicos” porque ha pasado más tiempo en Latinoamérica que George W. Bush, es atribuida por Karmon al Herald, aunque sin explicar cómo se ha convertido el ex presidente de EE.UU. en el estándar para medir la frecuencia de viajes a otros sitios que Crawford, Texas.

La investigación de Karmon saca a la luz tendencias preocupantes, como que el farsi se enseña en universidades venezolanas, que una cantidad de ingenieros iraníes ha aprendido español básico, y que las operaciones de Hizbulá han sido recientemente “frustradas en Azerbaiyán y en un país europeo no identificado”. Además llama la atención a un artículo de Los Angeles Times de 2008 que informa de rumores de un plan conjunto entre Hizbulá, el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Iraníes y los trabajadores de aeropuertos en Venezuela para explotar el servicio a Venezuela de Iran Air para capturar a empresarios judíos en Latinoamérica y contrabandearlos al Líbano. El “funcionario antiterrorista occidental” a quien se atribuye el plan no explica por qué el vuelo con una escala a Teherán significa que sea un vuelo sin escalas a Beirut.

En cuanto a otras funciones de la trayectoria Caracas-Teherán, han sido reveladas por Roger Noriega, quien, dos semanas después de declarar que “Solo podemos adivinar quién y qué va a bordo de esos vuelos”, logró informar al subcomité del Congreso que: “La red Hizbulá utiliza esos vuelos y otros para transportar agentes, reclutas, y carga hacia y desde la región”.

Nicaragua descoloca mega-embajada y canal

Otra causa persistente de preocupación es la presencia diplomática iraní en Latinoamérica, como lo muestra el testimonio de Douglas Farah: “Según informaciones, la embajada iraní en Bolivia solicitó más de dos docenas de sitios en la escuela internacional para niños de diplomáticos recién llegados a ese país”. No está claro por qué la embajada iraní en Bolivia es inherentemente más siniestra que las embajadas iraníes en Canadá y el Reino Unido.

El periodista Charles Davis resume la trifulca generada por el supuesto buque nodriza del embajador de Irán en Nicaragua: 

“En 2009, destacados conservadores como Michael Rubin llamaron la atención de los medios con la afirmación de que Irán había construido una nueva embajada en la expansiva capital Managua de Nicaragua que era ‘la mayor misión diplomática en la ciudad’. La embajada, combinada con las inversiones de Irán en Nicaragua y en otras partes de la región, advirtió Rubin, indicaba que la República Islámica ‘podría ver Latinoamérica como una cabeza de puente desde la cual conducir una estrategia agresiva contra EE.UU. y sus aliados.’ 

La afirmación fue propagada por todos los círculos políticos derechistas. Incluso la utilizó la secretaria de Estado Hillary Clinton. “Los iraníes están construyendo una inmensa embajada en Managua”, advirtió en 2009, solo unos pocos meses después de asumir el puesto. “Y solo podéis imaginar para lo que sirve.” 

Pero como informó el Washington Post en julio de 2009, esa “inmensa embajada en Managua” no se pudo encontrar. “No existe”, dijo burlonamente al periódico Ernest Porta, jefe de la Cámara Nicaragüense de Comercio.” 

En cuando al titular del año pasado en el periódico israelí Haaretz según el cual “Irán y Venezuela planifican la construcción de un rival del Canal de Panamá”, la perspectiva de un “Canal Nicaragua” financiado por Irán, que una el Atlántico y el Pacífico resulta menos convincente cuando el siguiente detalle aparece al final del artículo: “Un funcionario del Departamento de Estado dijo a la corresponsal en Washington de Haaretz, Natasha Mozgovaya, el miércoles que EE.UU. no sabe nada sobre algún plan para construir un nuevo canal en Latinoamérica”. 

Los tractores que no lo eran

En una presentación de octubre de 2009 al Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de EE.UU., titulada “Penetración iraní en el Hemisferio Occidental a través de Venezuela”, Norman A. Bailey –ex jefe de misión para Cuba y Venezuela bajo el director Nacional de Inteligencia y aliado de los escuadrones de la muerte hondureños, John D. Negroponte– descubrió nuevas maquinaciones insidiosas por parte de los ‘penetradores’. 

Adalid del golpe de 2009 respaldado por EE.UU. contra el presidente hondureño Manuel Zelaya, Bailey convirtió la molestia de Chávez ante una penetración neoliberal intra-hemisférica en el resultado de una penetración inter-hemisférica iraní y la idea de que “los iraníes habían abierto una instalación de ‘mantenimiento’ en Honduras para… ‘tractores’ fabricados en Venezuela, en realidad un almacén de trasbordo de drogas.” Observadores internacionales con un ojo menos atento, como puede ser la agencia noticiosa Agence France-Presse, informaron de la entrega de tractores venezolanos a Honduras sin darse cuenta de que no eran realmente tractores. 

Bailey describe la participación iraní en Latinoamérica como “curiosa” considerando que “no existe ninguna afinidad en absoluto entre el monárquico o islámico Irán islámico y los países del Hemisferio: histórica, cultural, política, económica o de otro tipo”. Se podría cavilar sobre qué tipo de afinidades culturales o políticas existen entre EE.UU. y el Irán monárquico, Arabia Saudí, o las guerrillas islamistas en Afganistán, o si el comercio entre Venezuela e Irán no representa una afinidad económica. En cuando a la evaluación de Bailey de que “una de las principales motivaciones [para la actividad iraní en la región] es poder tomar represalias contra [sic] EE.UU. si [Irán] es atacado”, no está claro si Baily es consciente de que acababa de caracterizar la penetración iraní como defensiva más bien que de naturaleza predatoria. 

Barrios de Caracas convertidos al Islam chií  

El pronóstico de Ely Karmon sobre la posibilidad de repentinas afinidades religiosas y la inculcación a los pobres latinoamericanos de enseñanzas chiíes parece ser desde ahora infundado en vista de la afirmación de Chávez de que Jesucristo fue un antiimperialista que murió en la cruz como resultado de la lucha de clases. Este cierto nivel de convergencia ideológica no obstante es posible, como sugiere la observación de Roger Noriega de que “a los musulmanes radicales de Venezuela y Colombia los llevan a un centro cultural  de Caracas bautizado Ayatolá Jomeini y Simón Bolívar para entrenamiento espiritual”.

El peligro de colaboración latinoamericana con un país extranjero que –a diferencia de EE.UU.– no ha estado involucrado en la historia contemporánea en actividades regionales como la inauguración de escuelas para candidatos a dictaduras y jefes de escuadrones de la muerte, que dirige centros ilegales de detención, e infecta a poblaciones locales con sífilis, es mientras tanto explicado de manera bastante directa por Douglas Farah: 

“Toda esta [colaboración] tiene lugar a costa de la influencia, la seguridad y el comercio de EE.UU. – incluida la seguridad energética y por lo tanto la seguridad de la infraestructura económica y de la seguridad (Venezuela es el cuarto proveedor por su tamaño de importaciones de petróleo de EE.UU. justo después de México, por cierto Latinoamérica es nuestra segunda fuente de suministro en general, solo un poco detrás de Medio Oriente).” 

La “seguridad”, por cierto, no debe ser confundida con estabilidad – un concepto que no tiene lugar en el negocio de la militarización y la instigación regional. 

Belén Fernández es una editora de PULSE Media. Su libro The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work será publicado por Verso el 1 de noviembre de 2011.