Reseña – Médicos revolucionarios: Cómo Venezuela y Cuba están cambiando la concepción del mundo sobre la atención médica

“Muchas veces debemos cambiar todos nuestros conceptos, no solamente los conceptos generales, los conceptos sociales o filosóficos, sino también, a veces, los conceptos médicos”– Ernesto Che Guevara

Inspirado en los principios del Che Guevara, y siendo fiel al espíritu de la revolución cubana, el estudio que realiza Steve Brouwer sobre el sistema de salud cubano en su libro Revolutionary Doctors: How Venezuela and Cuba are Changing the World’s Conception of Health Care (Monthly Review Press, Julio 2011) es un testimonio que responde a quienes afirman que el socialismo no funciona. Los médicos cubanos han brindado a América Latina y el mundo oportunidades médicas aún remotas bajo la ideología y el método de implementación capitalistas. Mientras que los cubanos reciben asistencia médica gratuita por parte de profesionales de la salud abocados a la ciencia y la sociedad, los Estados Unidos han creado un esquema basado en el lucro, que margina a un amplio sector de la población sin posibilidades de acceso a los costosos tratamientos.

El Che Guevara, siendo él mismo médico, siempre ha hecho hincapié en la responsabilidad de ayudar a los oprimidos. Habiendo observado las consecuencias de la pobreza y la pertenencia a determinada clase social durante sus viajes por América Latina, su conciencia revolucionaria tuvo origen en la necesidad de devolverles la dignidad a los pobres, los oprimidos e ignorados por las dictaduras. Como reafirmación de esta filosofía, una inscripción de las palabras de Fidel Castro da la bienvenida a los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en Cuba: “Esta será una batalla por la solidaridad, en contra del egoísmo”. En lucha contra la renuencia de la minoría que concibe la profesión médica como una oportunidad de adquirir prestigio social, la filosofía de la ELAM consiste en “transformar el privilegio médico en responsabilidad médica”.

Inmediatamente después del triunfo de la revolución cubana, se introdujeron importantes cambios en el sistema de salud del país. A pesar de la falta de médicos, muchos de los cuales habían ido a ejercer la profesión a los EE. UU. para conservar su prestigio y posición en la sociedad, Cuba realizó una fuerte inversión en bienestar social. Se nacionalizaron los servicios de salud, se redujeron los costos de los medicamentos y, de manera gradual, se eliminó el pago de tratamientos. Hacia fines de 1960, los médicos cubanos pasaron a ser empleados de un sistema que comenzó a brindar asistencia médica gratuita a toda la población.

Los aspirantes a médicos en Cuba podían recibir educación sin costo alguno. A cambio, debían renunciar a la concepción elitista de la profesión y trabajar en estrecho contacto con las personas, viajar a zonas rurales, visitar a las familias y realizar investigaciones en comunidades rurales. En 1970, el Ministerio de Salud señaló que es un error priorizar la especialización en detrimento de la atención primaria de la salud, dado que muchos problemas se podrían haber solucionado poniendo especial énfasis en el medio ambiente. El estudio de los problemas relacionados con la atención primaria de la salud y el medio ambiente ha demostrado su eficacia en Venezuela, cuando se descubrió que, además de las consecuencias derivadas del clima húmedo durante las estaciones de lluvia, el fuego de leña que encienden las mujeres en sus hogares es el causante de la congestión pulmonar. El problema era la falta de ventilación adecuada en las viviendas. En 1984, se formuló un programa de medicina general integral que permitió a los alumnos estudiar distintas áreas de la medicina en una secuencia continua, en lugar de hacerlo en materias separadas. El nuevo plan de estudios se discutió con médicos de Canadá, Venezuela, Australia y las Filipinas; el director de la ELAM afirmó que la medicina general integral les permite a los estudiantes avanzar en la capacitación científica al mismo tiempo que les brinda la oportunidad de “comprender al paciente como un todo”.

Cuba ha pasado a ser un actor clave cuando se trata de ofrecer ayuda humanitaria en todo el mundo. Lo han hecho brindando asistencia médica en países devastados por desastres naturales, como es el caso de Haití; allí los médicos cubanos realizaron 6.449 cirugías, y permanecieron en el país mucho tiempo después de concluidas las siete semanas de ayuda humanitaria que los Estados Unidos ofrecieron a los haitianos. Tras el desastre causado por el huracán Katrina en EE. UU., el entonces presidente Bush les prohibió a los doctores cubanos prestar asistencia humanitaria. Mientras que Bush desestimó el ofrecimiento de los cubanos por considerarlo una “propaganda” de Fidel Castro, la brigada de médicos demostró lo opuesto cuando fueron enviados a Pakistán, luego del terremoto que dejó a miles de personas en condiciones extremas de necesidad médica y humanitaria. De hecho, la predisposición y la ética de los médicos cubanos es motivo de orgullo para Fidel Castro, que, en su columna “Reflexiones de Fidel”, comparó la ayuda cubana con la estadounidense: “Estamos enviando médicos, ¡no soldados!”

Mediante una combinación de asistencia médica, investigación y ética, los profesionales cubanos de la salud siguen exportando la lucha revolucionaria a nivel internacional. Cuba brindó asistencia médica y humanitaria a países que han tenido una política hostil hacia la revolución cubana, como fue el caso de Nicaragua bajo la dictadura de Somoza. Sudáfrica recibió ayuda de Cuba para desarrollar programas de salud en el marco de la lucha contra el VIH. Ahora Tanzania cuenta con una escuela de medicina fundada por médicos cubanos. En Venezuela, la exitosa misión Barrio Adentro y el sistema de salud gratuito han seguido el modelo del proyecto cubano, y cuentan con médicos que ayudaron y capacitaron a sus colegas venezolanos para revolucionar el sistema de salud y convertirlo en ejemplo de responsabilidad social.

La negativa de los médicos venezolanos a trabajar y vivir en zonas rurales obligó al presidente Hugo Chávez a requerir la pericia de los profesionales cubanos.  La Constitución impulsada por Chávez en 1999 garantizó a todos los ciudadanos el derecho a un sistema de salud accesible. Se establecieron misiones sociales para supervisar y asegurar el avance de la atención médica entre la clase trabajadora y en áreas de extrema pobreza. Los médicos cubanos compensaron la falta de médicos venezolanos dispuestos a vivir en zonas rurales informando sobre problemas de salud que habrían sido moneda corriente en países con un muy bajo PBI, como Etiopía y Angola.

Durante la primera etapa de Barrio Adentro se crearon más de seis mil centros de atención primaria de la salud en todo el país. El proyecto se amplió con clínicas de diagnóstico y cuidados intensivos para personas que no podían ser derivadas a hospitales más complejos. Más tarde, se realizaron renovaciones tecnológicas en el sistema hospitalario público, y mejoras en la comunicación con otras redes de salud. El gobierno de Chávez también encargó la construcción de laboratorios de investigación y hospitales especializados que ofrecen tratamientos de alta complejidad. Hacia fines de agosto de 2010, el 83% de los venezolanos había gozado de los beneficios del programa Barrio Adentro: una situación muy distinta de la que se vivía en la década de 1980, cuando 17 de cada 20 millones de habitantes no tenía acceso a la atención médica.

Brouwer señala que los beneficios del sistema de salud son una responsabilidad social. Además de educar a los estudiantes y ofrecer cursos gratuitos para los aspirantes a médicos, Cuba también se ha esforzado por instruir y alentar al pueblo venezolano para que asuma la responsabilidad de defender el sistema de salud gratuito. A las personas necesitadas se les servían dos comidas al día, preparadas por voluntarios, para combatir así los efectos de la desnutrición. Con el fin de evitar los delitos callejeros, algunos venezolanos se ofrecieron como custodia de los médicos cubanos. Se establecieron comités de voluntarios para proveer comida y vivienda a los médicos cubanos y ayudarlos en la recolección de datos, en las investigaciones y campañas de salud pública.

Con financiamiento venezolano, los médicos cubanos realizaron en Bolivia más de 300.000 cirugías oculares a ciudadanos de ese país. Como si fuera un eco de la historia, tiempo después se supo que uno de los pacientes operado de la vista fue Mario Terán, el soldado que ejecutó al Che Guevara. En Bolivia, los médicos cubanos son considerados seguidores del ejemplo internacionalista del Che.

A pesar del evidente impacto positivo y de transformación social que tuvieron los sistemas de salud cubano y venezolano en América Latina, el Departamento de Estado de los EE.UU. y la CIA expresaron su preocupación por el efecto negativo que podrían tener esos países en el continente. Como parte de los esfuerzos contrarrevolucionarios para frustrar la misión socialista, un grupo de cubanos y venezolanos exiliados en Miami afirmaban que los médicos eran explotados y forzados a la servidumbre por parte del gobierno cubano. Más tarde se descubrió que el único médico que formó parte de la conspiración era parte de un grupo antigubernamental. Además, el presidente Bush les ofreció a los médicos cubanos y venezolanos un ingreso rápido y seguro a los EE. UU., con la esperanza de perturbar el avance médico logrado en el continente. La alternativa que encontró EE.UU. fue la USAID, un programa que prometió ayuda económica a cambio de asegurar en los países socialistas latinoamericanos una transición “democrática” aprobada por los Estados Unidos.

Sin embargo, el programa de sabotaje falló y puso en evidencia la incapacidad del capitalismo de obtener los mismos resultados que las revoluciones socialistas en América Latina. Los médicos cubanos se enorgullecieron de su propio papel como maestros, gracias al cual transmitieron la necesidad de educación y conciencia comunitaria a zonas rurales que, de otro modo, hubieran permanecido marginadas por sistemas políticos injustos. Después de dos años de haber implementado el sistema de alfabetización cubano en Bolivia, la UNESCO declaró al país libre de analfabetismo.
Casi todos los capítulos de Médicos revolucionarios comienzan con una cita del Che Guevara. Sin embargo, se podría haber destacado aún más el pedido continuo de Fidel Castro a los países de Occidente, incluso después de la muerte del Che, para que reconozcan y remedien las injusticias padecidas por los países del Tercer Mundo. En un discurso pronunciado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1979, Castro denunció las desigualdades que desataron la pobreza y los problemas de salud:

“Se habla con frecuencia de los derechos humanos, pero hay que hablar también de los derechos de la humanidad. ¿Por qué unos pueblos han de andar descalzos para que otros viajen en lujosos automóviles? ¿Por qué unos han de vivir 35 años para que otros vivan 70? ¿Por qué unos han de ser míseramente pobres para que otros sean exageradamente ricos? Hablo en nombre de los niños que en el mundo no tienen un pedazo de pan; hablo en nombre de los enfermos que no tienen medicinas; hablo en nombre de aquellos a los que se les ha negado el derecho a la vida y la dignidad humana…  ¿Para qué sirve entonces la civilización? ¿Para qué sirve la conciencia del hombre? ¿Para qué sirven las Naciones Unidas? ¿Para qué sirve el mundo? No se puede hablar de paz en nombre de las decenas de millones de seres humanos que mueren cada año de hambre o enfermedades curables en todo el mundo”.

Implementando la educación a nivel nacional y asegurando que llegue a todos los escalones de la pirámide social, Cuba y Venezuela han logrado crear un sistema que acoge y valora a los seres humanos, y que ha revolucionado la práctica médica en tanto responsabilidad ética y moral; así se le ha devuelto la dignidad al pueblo creando una nueva conciencia social. La figura del “internacionalista concienzudo” encarnada por el Che Guevara ha pasado a ser una realidad regenerativa; lejos del distorsionado espectro en cuyos extremos están la profesión de prestigio y la profesión de los salvadores, Cuba y Venezuela han logrado la transformación del socialismo: de ideología a práctica humanitaria.

Ramona Wadi es una periodista independiente con residencia en Malta. Visite su blog: http://walzerscent.blogspot.com