(IPS) – En Argentina, donde la disponibilidad de agua es muy superior a la demanda, 11 por ciento de la población todavía carece de acceso a la red, mientras buena parte del resto desperdicia el recurso sin ningún miramiento, según estudios.
El dato corresponde a la investigación realizada por la organización ambiental Green Cross Argentina, publicada a fines de noviembre bajo el título “Agua: Panorama General en la República Argentina” escrito por diversos expertos.
Marisa Arienza, encargada de Misión de la organización en Argentina y una de las autoras del trabajo, explicó a IPS que en los últimos años hubo “una mejora sustancial” en obras para el acceso al agua, pero aun así hay desafíos pendientes.
“El principal problema es la inequidad en el acceso. Eso tiene un impacto terrible porque cuando una familia no accede a agua potable consume agua contaminada de pozos y eso trae como consecuencia enfermedades e incluso discapacidades”, alertó.
Casi cada mes, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, inaugura obras de acceso al agua potable en distritos populosos de la zona metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, servicios de saneamiento domiciliarios y plantas de desechos cloacales en el interior del país.
Al inaugurar una planta de tratamiento de líquidos cloacales en la localidad de Moreno, la mandataria destacó que “no sólo se trata de nueva infraestructura urbana, sino que aporta al medio ambiente y la salud”.
“Cuando se hacen obras de agua potable y cloacas, la gente se enferma menos, son datos concretos de la realidad”, expresó. Sin embargo, todavía faltan otras de infraestructura para garantizar el acceso pleno a estos servicios básicos.
El panorama en Argentina es similar al del resto de América Latina donde también hay fuertes inequidades, aunque en algunos países el derroche es menor y en otros las obras para mejorar el acceso permanecen muy retrasadas.
De acuerdo al informe, en la región, donde el recurso es abundante, hay 38 millones de personas (casi siete por ciento de la población) sin acceso al agua segura y en algunos casos deben destinar largas horas del día al acarreo.
Esta tendencia se observa también en Argentina donde hay una gran disponibilidad de agua que convive con la inequidad en el acceso, el derroche y la contaminación por agroquímicos, desechos cloacales y residuos industriales, señala el estudio.
El recurso natural se destina principalmente a la actividad agrícola (71 por ciento), en segundo lugar al consumo humano residencial (13 por ciento), luego a la ganadería (nueve por ciento) y por último a la industria (siete por ciento).
La disponibilidad no es pareja en todo el territorio. Ochenta y cinco por ciento del total de agua superficial que se utiliza proviene de la cuenca del Plata, que nace al sur de Brasil y desemboca en el Río de la Plata.
Pero hay regiones áridas y semiáridas como el noroeste, la región centro-oeste y sur del país, donde el recurso no se brinda con la misma abundancia y hay mayor conciencia del cuidado.
“En general, en Argentina no se valora el agua potable, que tiene un costo de tratamiento que requiere de grandes inversiones y préstamos externos. Hay un derroche importante sobre todo en las ciudades”, señaló la experta.
La falta de cuidado del recurso se pone de manifiesto cuando se compara la capacidad de extracción de agua de Argentina con la de Brasil y la brecha en el consumo por persona en uno y otro país.
Según la investigación, Brasil tiene capacidad para extraer 6.950 kilómetros cúbicos de agua al año y cada habitante consume 216 metros cúbicos en el mismo período.
En cambio en Argentina, la capacidad de extracción es de 994 kilómetros cúbicos, mucho menor a la de Brasil, y el consumo es más del triple que en el vecino país: 745 metros cúbicos por persona al año.
De todos modos, esta abundancia no llega a todos ya que hay zonas en el norte del país y en los distritos más pobres y populosos que rodean a Buenos Aires donde el acceso al agua todavía es una materia pendiente.
Según Arienza, en los últimos años “hubo un salto importante” en la inversión que permitió incrementar el acceso de la población al agua de red de 66 por ciento en 1991 a 89 por ciento en la actualidad.
También remarcó que ahora está permeando además la idea de que el agua y el saneamiento son dos caras de la misma moneda, un concepto relativamente nuevo porque hasta hace 10 años se priorizaba el acceso al agua casi en exclusiva.
“Antes se pensaba que lo principal era el acceso al agua, pero ahora agua y saneamiento constituyen una unidad porque si se avanza solo con el agua, las napas subterráneas se terminan contaminando con los efluentes”, dijo.
Según los datos que recoge el libro, el acceso a sistemas de desagüe por cloacas, que en 1991 llegaba a 34,3 por ciento de la población, se elevó a 41,5 por ciento en 2003 y a 55 por ciento en 2009 y actualmente supera 65 por ciento.
Los datos sobre éstos déficit ya habían sido destacados por el experto Dan Adaszko, del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina en su trabajo “Las condiciones habitacionales y de acceso a bienes y servicios en la Argentina 2010” Adaszko señaló a IPS que no solo la vivienda sino la falta de acceso a servicios urbanos, en los que hubo una mejoría en los últimos años, “son indicadores irrefutables de atraso”
Según el autor, los porcentajes de falta de acceso al agua y saneamiento son promedios nacionales, que se acentúan cuando se trata de hogares pobres, con otros déficit añadidos como la mayor exposición a contaminantes y basurales a cielo abierto.