LA PAZ, BOLIVIA – El domingo el país andino vivirá tal vez, el acto eleccionario mas importante de su historia. Un elección que merece ese nombre ya que no se dirime apenas la vigencia de un texto u otro, ni se eligen uno entre dos candidatos que harán lo mismo: el domingo se enfrentan dos proyectos antagónicos en todo.
Una jornada que marcará la historia latinoamericana, como lo hicieron las nacionalizaciones cubanas y la declaración del rumbo socialista de la revolución o la derrota de los sucesivos intentos golpistas en Venezuela durante 2002 y 2003.
De un lado un bloque popular, indígena y plebeyo, trabajadores y parte de la clase media, encabezados por un indio cocalero y un intelectual revolucionario.
Del otro, las oligarquías extranjerizantes, acamaladas por la super- potencia mundial; coparticipes subsidiarios de un modelo económico que rapiña las riquezas del país y de un modelo cultural que desprecia lo propio y mira obnubilada los brillos de Miami.
Por un lado un proyecto inclusivo, que busca garantizar para todos los bolivianos derechos esenciales como el acceso a salud, educación, trabajo y alimentos. Entre quienes se oponen, se destacan grandes terratenientes de la zona de Santa Cruz de la Sierra, responsables de, en el siglo XXI, tener indígenas literalmente esclavizados, dentro de sus propiedades.
A la izquierda, un Gobierno que suscribe la Alternativa Bolivariana para la América y pregona un tipo de economía que se enrumbe hacia la superación del capitalismo. En la derecha del cuadrilatero, quienes pregonan la versión boliviana de la relaciones carnales con Estados Unidos, desprecian al ALBA, al mismo tiempo que añoran los tiempos en que el ALCA estaba vivo y era un proyecto ineludible, que en un futuro se iba a concretar.
Aquí, quienes años atrás eran reprimidos por reclamar que sus derechos se cumplan. Allá, quienes ordenaban esa represión y hoy huyeron a Estados Unidos para evitar que la justicia boliviana los juzgue por esos crímenes. Una posibilidad, la de recurrir a la justicia, que ellos no le dieron a quienes cayeron bajo las balas de la represión.
El choque, en el que el triunfo del Si al nuevo texto constitucional es el amplio favorito, dirime dos cursos bien distintos para el futuro próximo: si gana el oficialismo se extiende la tendencia de los últimos 8 años, de un fortalecimiento creciente de las organizaciones populares y a su vez promoverá un mayor aislamiento y fragmentación en la oposición. Si el resultado fuera el inverso, la oposición obtendría renovado aire para embestir contra Evo Morales y desestabilizar el país utilizando los métodos vandálicos implementados durante 2008.
Si gana el No, el brindis será en Miami.
Si gana el Si, La Paz…, La Paz, será una fiesta.