En la primera campaña electoral que protagonizan dos mujeres en Brasil, los temas de interés para la población femenina han estado casi ausentes y el debate adquirió nuevas cotas de agresividad y ataques personales, lo que ha frustrado a los votantes y en particular a las feministas.
La actual mandataria, Dilma Rousseff, y la exministra de Medio Ambiente, Marina Silva, (2003-2008), lideran las encuestas previas a las elecciones presidenciales, legislativas y regionales, cuya primera vuelta se celebrará este domingo 5.
“Es una paradoja”, porque se trata de dos candidatas “atentas y comprometidas con la agenda de derechos de la mujer”, observó Jacira Melo, directora del Instituto Patricia Galvão (IPG), que lleva el nombre de una pionera del feminismo en Brasil.
La ausencia de temas polémicos, como aborto y matrimonio de homosexuales, se explica por temor a la pérdida de votos conservadores, pero “el silencio es inaceptable” ante la conmoción nacional por la muerte de dos mujeres, cuyos cuerpos aparecieron mutilados en las últimas semanas cerca de Rio de Janeiro, tras abortos ilegales, señaló.
Cerca de un millón de abortos clandestinos se practican anualmente en este país en condiciones precarias, con riesgos para la vida de las mujeres que aumentan con el combate represivo de la práctica, acotó en diálogo con IPS.
En Brasil solo es legal la interrupción voluntaria del embarazo si está en peligro la vida de la mujer, hubo una violación o el feto carece de cerebro.
Melo destacó que tampoco se están discutiendo temas menos polémicos que afectan a todas las mujeres, como servicios públicos de salud, educación y transporte.
Guarderías y mejor transporte son los principales reclamos femeninos, según una encuesta hecha por el IPG y SOS Cuerpo en 10 regiones metropolitanas brasileñas.
La esperanza de Melo es que los compromisos en estos temas aparezcan después del domingo, cuando 142 millones de electores están llamados a las urnas.
Habrá una segunda vuelta para la Presidencia y también para los gobernadores estaduales, si ningún candidato alcanza la mayoría absoluta, abriendo otra campaña de propaganda y debates hasta la votación definitiva el 26 de este mes.
La presidenta Rousseff, del Partido de los Trabajadores, en el poder desde 2003, enfrentará, probablemente, en la segunda vuelta a Silva, postulada por el Partido Socialista Brasileño (PSB) tras la muerte de su líder, Eduardo Campos, en un accidente aéreo el 13 de agosto.
Pero hay una pequeña posibilidad de que el candidato opositor en los comicios definitivos sea el socialdemócrata Aecio Neves, al que los últimos sondeos adjudican el tercer lugar, con cerca de 20 por ciento de la intención de voto, cinco puntos porcentuales detrás de Silva, pero subiendo mientras ella cae.
Más conocida como ambientalista, Silva fue acogida el año pasado por el PSB como candidata a la Vicepresidencia, después de que fracasó su proyecto de fundar a tiempo un partido de nuevo formato, la Red Sustentabilidad, para poder postularse a la jefatura del Estado.
Con la muerte de Campos, pasó a encabezar la fórmula socialista y ascendió en pocos días a la condición de favorita, para perderla frente a Rousseff en las dos últimas semanas, según las encuestas de cuatro instituciones especializadas.
“Es insólita” esa disputa entre dos mujeres de “trayectorias de izquierda”, calificó Sonia Correa, coordinadora del Observatorio de Sexualidad y Política, un foro de investigadores y activistas de todo el mundo, que en Brasil asume la Asociación Brasileña Interdisciplinaria del Sida (ABIA).
Pero la ausencia de los temas de género en la pauta de sus campañas tiene por lo menos tres explicaciones, según aseguró a IPS.
Primero, las relaciones históricas entre izquierda y feminismo nunca fueron las mejores y las dos candidatas provienen de la primera, vinculada a movimientos sociales, sean obreros o de las riberas amazónicas, recordó la investigadora.
La “aversión a temas de derechos sexuales y reproductivos” seria acentuada en Silva por su credo religioso. De familia pobre de extractores de caucho natural en la selva, solo se alfabetizó a los 16 años y se formó en las comunidades católicas de base, pero hace 19 años pasó a una rama de la iglesia evangélica Asamblea de Dios.
En segundo lugar, explicó, las “escenas lamentables” de las diatribas electorales representan una “ducha de agua fría” en la “mitificación” del feminismo esencialista que teoriza que la mujer es biológicamente contraria a la agresividad masculina.
Recordó que muchas mandatarias “duras”, como la británica Margaret Thatcher (1979-1990) y la alemana Angela Merkel, niegan esas creencias.
El feminismo está “entre las orejas, no en la vagina”, comprende ciertas “maneras de ver, una lectura del mundo”, que aparentemente interesan poco a Rousseff y Silva, definió.
Por último, “la sociedad brasileña sigue muy androcéntrica”, aunque ya no sea tan patriarcal, y eso se refleja en los partidos y en el parlamento, donde las mujeres son una minoría ínfima, acotó Correa.
Dos mujeres encabezando la batalla por la Presidencia no niegan ese carácter, ellas “hacen solo carreras”.
Pero hay señales de que la sociedad está cambiando, en un país donde 87 por ciento de las mujeres en edad laboral están en el mercado de trabajo y hay predominio femenino en muchas profesiones anteriormente “masculinas”, matizó.
Brasil vive una “paradoja de género”, con mujeres “monopolizando las elecciones presidenciales”, pero muy lejos de una representación parlamentaria equilibrada, según José Eustaquio Alves, demógrafo y profesor de la Escuela Nacional de Ciencias Estadísticas.
Eso se debe a “la estructura misógina de los partidos y el sistema político que tenemos”, sentenció a IPS.
Los partidos mantienen un predominio machista en Brasil. Solo destinan 30 por ciento de sus postulaciones parlamentarias a mujeres porque la legislación les impone esa cuota, pero les niegan apoyo y recursos para una competencia leal.
Como resultado, la participación femenina en el Congreso legislativo se restringe a 45 diputadas en una cámara de 513 y nueve senadoras de 81. En los concejos municipales el cuadro no es mejor, solo 13,3 por ciento del total son concejalas.
No es porque “mujeres no votan a mujeres”, como se dice, porque en las elecciones presidenciales de 2010 triunfó Rousseff, Silva quedó tercera y entre las dos sumaron 66,5 por ciento de los votos válidos, subrayó el demógrafo.
En la actual campaña electoral, no solo los temas wobre los derechos de las mujeres son poco y mal discutidos, también las cuestiones indígenas, climáticas y ambientales están relegadas, destacó.
La discriminación de los afrobrasileños tampoco despertó atención, aunque por primera vez una negra, Silva, protagonice la contienda y los incidentes racistas ganan repercusión en el país, especialmente en el fútbol.
Además el debate se hace “poco visible ante los ataques personales y políticos” que se multiplicaron, acotó Alves. “La agresividad es general” entre candidatos y candidatas, no es exclusiva de Rousseff y Silva, y va en desmedro de la presentación de propuestas para “la crisis económica, social y ecológica” del país, lamentó.
Las feministas tienen alguna responsabilidad en eso, “están en deuda”, por la escasa movilización para forzar “un debate serio y posiciones más progresistas” de los candidatos, reconoció Melo.
Dos temas son prioritarios en su evaluación, guarderías y la violencia contra la mujer, actualmente una “epidemia que traba avances femeninos”.