Fuente: Revista Amauta
Las Patrias y las identidades son inventos sociales creados por seres humanos que conforman culturas y pueblos. El ser humano realiza creaciones materiales e ideológicas que después de creadas pueden conformar parte de los rasgos que identifican una cultura. Costa Rica “hizo” o consolida “su invento de Patria” con la denominada “generación del olivo” formada por artistas como pintores, escritores, y por intelectuales y pensadores, a finales del siglo XIX.
En esta época se crearon las bases ideológicas, materiales y estéticas para una identidad basada en el valle central, una sociedad campesina educada, blanca, identificada más con Europa y España que con países más cercanos. Con valores como la solidaridad, la humildad, pero también con defectos que no hemos corregido como sociedad como: la mala educación en cuanto a la aceptación y buena convivencia con el “otro cultural”, llámense: negros, chinos, nicaragüenses, chiricanos, pescadores, indígenas, etc.
Tal vez es hora de volver a inventarse un país más acorde con nuestras realidades, desechando lo que ya no es vigente y conservando lo bueno y vigente de nuestra identidad. Porque somos a pesar de nuestras creencias de ser “igualiticos y blanquiticos”, un crisol de culturas, que hacen más rico a nuestro país. Sin embargo el común de los costarricenses no conoce de nuestras 8 culturas indígenas y sus 24 territorios, como no conocen de la afrocaribeña, ni la cultura de los pescadores y campesinos.
Somos un pueblo ignorante de nuestra diversidad y de nuestra historia rica en colores y diversas culturas populares. Y eso es grave, porque hace que no veamos, cultivemos y saquemos provecho de nuestras diferentes culturas y en conjunto con la naturaleza de los bosques y las costas nos hacen diferentes y ricos.
La mayoría de los costarricenses no saben cómo se administran estos territorios colectivos, ni que en el sur de Costa Rica siete territorios de los grupos étnicos: Bribri, Cabecar, Boruca, Terraba, tienen serios problemas de tenencia de tierra. Algunos de estos pueblos tienen serios problemas con su población que tiende a migrar tras no encontrar fuentes de ingreso y subsistencia para sus familias, lo que provoca que algunas de estas poblaciones decrezcan.
Las contradictorias leyes de este país hicieron que a partir de la construcción de la carretera interamericana, los indígenas del Valle Central, “colonizaran tierras haciendo de bosques y montañas: potreros. Además de este proceso donde los indígenas del sur perdieron mucha tierra, la pobreza estructural económica de estos pueblos, han hecho que se den ventas ilegales. El Gobierno a través del IDA se ha comprometido a solucionar esta problemática inducida por el gobierno y aun no corregida.
Actualmente en promedio los indígenas de los siete territorios ubicados en Buenos Aires y Pérez Zeledón que serían afectados directa e indirectamente por el Proyecto Hidroelectrico El Diquís controlan el 31% de sus territorios (MIDEPLAN,2002).
Los territorios indígenas son y han sido históricamente amenazados por mega proyectos y/o actividades que proponen usos intensivos y extractivos de los recursos naturales como: monocultivos, represas hidroeléctricas, extracción de minería. Las comunidades indígenas tienen una conexión y vivencia profunda y milenaria con su territorio. Si afectamos este elemento cultural estamos poniendo en riesgo el mantenimiento de estas identidades, concordando con la frase del líder histórico Bribri el Ikekepa Alejandro Swaby, cuando dice que “un indígena sin tierra es un indígena muerto”.
A pesar de no controlar el 100% de sus territorios, los 24 territorios poseen el 20% de los bosques fuera de áreas protegidas (PNUD,2008), han sido claves para explicar la conservación de los bosques de la cordillera de Talamanca que esta conformada por importantes parques nacionales como el Parque Internacional La Amistad y el Parque Nacional Chirripó, entre otros. Estos territorios han habitado sosteniblemente alrededor de las dos cuencas más importantes en términos socio-culturales, económicas y ecológicos, como lo son la cuenca del Térraba en el Pacifico y la de Sixaola en el Caribe.
Tampoco muchos costarricenses no conocen, que nuestro sistema educativo impuso el español y prohibió el uso de idiomas indígenas, afectando directamente a estas comunidades. Recordemos que nuestras culturas indígenas son culturas orales y al afectar su idioma, afectamos la transmisión de conocimiento clave que han acumulado estos grupos tras compartir y ocupar un mismo territorio por miles de años. Conocimientos que abarcan temas como creencias, historias y medio ambiente, salud, filosofía de vida, etc.
También el gobierno costarricense impuso formas de organización lejanas a sus formas tradicionales y promovió estructuras que se volvieron generadoras de conflicto y corrupción en la mayoría de los territorios indígenas como lo son las asociaciones de desarrollo y gobiernos locales.
La vida nos da oportunidades para revertir realidades injustas, pero existen momentos en los cuales es necesario “pegar un grito al cielo”. Qué lindo, justo y provechoso para todos sería que se recuperará la tierra de los indígenas, que se apoye su rescate y la protección cultural de sus tradiciones; que en la escuela y no solo en los territorios indígenas todos los costarricenses niños y adolescentes aprendan idioma, historia, canciones, conocimiento y filosofía Bribri, Cabecar, Boruca, Térraba, Maleku, etc.
Resulta urgente: que estos grupos puedan sin manipulaciones e imposiciones decidir si quieren que se construyan obras como proyectos hidroeléctricos, carreteras, minas, etc afectando su vida cotidiana y rasgos culturales como su patrimonio cultural asociado al territorio y sus recursos naturales. Que el conocimiento indígena asociado a los recursos naturales no se debilite, todo lo contrario que se recupere, refuerce y que se mantenga para que contribuya al manejo de los recursos naturales en importantes sitios socio-ambientales como la Reserva Biosfera La Amistad, rodeada por 14 territorios indígenas en Costa Rica y Panamá de las etnias: Bribri, Cabécar, Ngöbe y Naso Teribe y que su conocimiento de plantas medicinales beneficie la salud de comunidades y familias.
Por todo esto se debe de apoyar y estimular estructuras políticas que incluyan a pobladores indígenas y que estos se sientan incluidos dentro de los procesos democráticos que respeten todas sus características. Sueño con que un día de octubre lo más pronto posible, se apruebe un Plan para darle autonomía a nuestros territorios, como una muestra de querer revertir una historia vergonzosa, donde hemos afectado y causado acciones que podrían enmarcarse en un etnocidio lento y con ignorancia hacia las culturas indígenas.
Los indígenas costarricenses han tenido que dar luchas hasta para conseguir su cedulación hace menos de 20 años, su cultura ha sido subvalorada, ignorada y hasta humillada. Por más de 500 años han pedido su autonomía para no perder su identidad y con esto hacer más rica a Costa Rica. Su aporte es enorme y no reconocido en la conservación y conocimiento de los recursos naturales, este conocimiento es vital para hacer una buena gestión de los recursos.
Hace unos meses fueron desalojados violentamente de la Asamblea Legislativa por usar otra vía para reclamar sus derechos y pedir cambios urgentes. Desde hace 15 años el movimiento indígena ha presentado un proyecto de Ley: Proyecto de Desarrollo Autónomo, e hizo uno de los procesos de consulta más exitosos y complejos que se han hecho en el país. En esta ley se pide principalmente, que los indígenas puedan escoger las formas organizativas de gestionar sus territorios de acuerdo a sus experiencias históricas, conocimientos actuales, visiones y percepciones de bienestar y calidad de vida, que se recuperen las tierras y que la educación, la salud y otras necesidades tomen en cuenta sus culturas y realidades sociales.
Inventemos un nuevo país con campo para todos los rostros y paisajes. No sé si esto debe ser a través de la ley o través de otro plan nacional, pero por justicia y por qué es bueno para todos los costarricenses, hagamos que pronto sea posible una patria que reconozca el aporte de nuestras primeras sociedades, de las sociedades indígenas que han resistido con dignidad las fuerzas que han afectado sus identidades, ante nuestra ignorancia y silencio. Hagamos esto ayudando a que los elementos centrales que definen las identidades indígenas como su territorio, su idioma y su cultura, estén en manos de indígenas y estructuras organizativas comprometidas con el mantenimiento de sus identidades y rasgos culturales.
El expedicionario y científico europeo Henry Pittier, quien exploró el país para dar recomendaciones al gobierno sobre sus acciones estratégicas en zonas indígenas, hizo en la misma época de la “generación del olivo”, recomendaciones sobre el manejo de las relaciones entre el gobierno y los territorios indígenas del sur. “Yo creo que el Supremo Gobierno debe igual protección á todos sus administrados, y por eso me atrevo á aconsejar que se respete en lo posible la autonomía de los pueblos de Térraba, Boruca, Ujarrás y Cabagra, que sus jefes y maestros de escuela se escojan entre ellos, y que se prohíba terminalmente á gente de otra raza establecerse entre ellos sin su consentimiento, sin dejar por eso de vigilar de arriba por su bienestar. La Nación costarricense debe esto á los restos de los antiguos y legítimos dueños de su suelo” (Henry Pittier, 1891).
Pittier sabía que si estos rasgos centrales como el control de idioma, del territorio no quedaban insertos en un marco de autonomía, estas culturas podrían estar en riesgo de desparecer. Cuánto sufrimiento y cuán más ricos seríamos si le hubiésemos hecho caso o si hubiésemos entendido lo que el ilustre europeo nos recomendó en 1891.