La tarde del lunes 17 de marzo de 2014 la céntrica Plaza Simón Bolívar de Bogotá estaba llena de gente. Unos 30 mil campesinos y campesinas procedentes de todo el país se movilizaron en defensa de la producción nacional, lamentando los incumplimientos de los compromisos tomados por el presidente Juan Manuel Santos, además de los altos costos de los insumos, la competencia debida a los Tratados de Libre Comercio (TLCs), los problemas de acceso a la tierra y las dificultades infraestructurales, que hacen difícil la comercialización de sus productos.
La marcha fue el ultimo acto, de una movilización que empezó el 15 de marzo en Bogotá con la Cumbre Nacional Agraria, un espacio que reunió las organizaciones que participaron en el paro agrario del agosto de 2013 – como la Mesa de Interlocución y Acuerdos (MIA), el Congreso de los Pueblos, la Marcha Patriótica, la Coordinadora Nacional Agraria (CNA) y el Proceso de Comunidades Negras – además de los indígenas de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), que el año pasado se manifestaron por separado en una Minga Social, Indígena y Popular (octubre de 2013).
La movilización contó también con la participación, como en agosto de 2013, de muchos sectores urbanos en apoyo a los campesinos que producen más del 70% de la comida que se consume en el país. “El colectivo que integro se está movilizando en solidaridad con el campesinado colombiano, estamos preocupados por la táctica de represión aplicada por el Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios) en el ultimo paro agrario, que causó 19 muertos y unos 600 heridos. En respuesta a esto atropellos estamos organizando con otros colectivos bogotanos unas Jornadas Antirepresivas para principios de abril”, nos relata Fernando del Colectivo ALDEA (Acción Libre Directa y Experimental por la Autonomía) de Bogotá.
La movilización nacional, campesina y popular del agosto de 2013 tuvo como antecedentes el paro del sector cafetero de febrero 2013 y el estallido del Catatumbo, región fronteriza con Venezuela donde en junio 2013 los cultivadores de coca se movilizaron durante 53 días pidiendo al gobierno alternativas a los cultivos de uso ilícito, única posibilidad que se les presentó en el momento en que, a causa de las lógicas inicuas del mercado, la producción de alimentos dejó de ser rentable.
“El campesinado colombiano sufre un abandono estructural que se agravó con la imposición de los Tratados de Libre Comercio (TLCs). En realidad, ni siquiera se trata de libre comercio, puesto que los gobiernos subsidian su agricultura. Los productos agrícolas importados de los Estados Unidos son más baratos que los colombianos, hecho que pone en desventaja nuestros campesinos, a punto que han quebrado algunos sectores agrícolas”, explica a Upsidedownworld Leonardo Rojas Díaz de ASCAMCAT (Asociación Campesina del Catatumbo).
De hecho, en mayo de 2013 – después de un año de la entrada en vigencia del TLC con los Estados Unidos – según la revista Portafolio las importaciones colombianas registraron un crecimiento del 50%, principalmente en el rubro alimentario. Analizando los datos relativos a las exportaciones de café, producto de punta del país y cuya calidad enorgullece a la población colombiana, descubrimos que en el mismo periodo registraron una caída del 31%, mientras que su importación llegó al 59.1%.
Durante la Cumbre Agraria de este marzo, las organizaciones participantes han afirmado su respaldo al proceso de paz que se está llevando a cabo entre el gobierno y la guerrilla de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y construido un pliego único de exigencias, que comprenden la aprobación de una reforma agraria integral, la aplicación de los procesos de consulta previa de las comunidades antes de la implementación de megaproyectos, un régimen de subsidios que proteja la producción nacional y la derogación de la resolución 970 del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario), que prevé la obligación de sembrar puras semillas certificadas y transgénicas, producidas por empresas transnacionales. Además, se ha acordado de establecer, en el caso en que el gobierno no cumpla los acuerdos tomados en las mesas de negociaciones regionales, una ruta de movilización campesina nacional.
Los incumplimientos del gobierno – que, sin embargo, afirmó haber formalizado 70 de los 183 compromisos tomados tras el paro campesino de 2013 – fueron la mecha que originó la convocatoria a la Cumbre Nacional Agraria. Según las organizaciones adherentes, lo único que hizo el gobierno de Juan Manuel Santos fue empezar un proceso de concertación (12 de septiembre de 2013) para la firma de un Pacto Agrario con los gremios del agro colombiano, que las organizaciones de base consideran representantes del agronegocio. “El Pacto Agrario no es nuestra alternativa”, afirmó Olga Quintero, vocera de la Mesa de Interlocución Agraria (MIA), durante el panel de inauguración de la Cumbre Nacional Agraria. “Se trata de una propuesta de la oligarquía para desalojarnos de nuestros territorios”.
Tal vez la marcha del 17 de marzo de 2014 representa un ensayo general del próximo paro campesino, étnico, afrodescendiente y popular, cuya fecha se establecerá la primera semana de mayo en el caso en que el gobierno siga haciendo oídos sordos a las solicitudes de las organizaciones sociales. Se trata de una coyuntura muy peligrosa para Juan Manuel Santos, siendo que para el 25 de mayo están previstas las elecciones presidenciales donde espera ser reelecto.
Orsetta Bellani @sobreamerica (Su blog: sobreamericalatina.com)