La Copa Mundial 2010 comenzará en Sudáfrica el próximo junio, pero Maureen Msisi, del Movimiento de Personas Sin Tierra, se pregunta “a quién va a beneficiar realmente este proyecto. No… a quienes más lo necesitan,” concluye. Activistas al otro lado del Atlántico, en Brasil, sostienen lo mismo y ponen en cuestión el modelo de desarrollo que ha acompañado a los eventos internacionales masivos -tales como Copas Mundiales y Juegos Olímpicos- durante casi dos décadas.
Los equipos para la primera ronda ya han sido designados y los estadios están casi completos. Las áreas rurales de Sudáfrica están cubiertas por construcciones atrasadas, donde se trabaja día y noche para terminar un sinnúmero de rutas, trenes urbanos, subterráneos y otros proyectos de desarrollo, antes de que comience la Copa Mundial 2010, en junio próximo.
“Estamos contentos con el estado de los preparativos para la Copa Mundial,” dijo a la BBC el director ejecutivo de la Copa Mundial Sudáfrica 2010, doctor Danny Jordann, a fines de noviembre. “La mayor parte de la construcción en los estadios está terminada y ahora se están realizando trabajos en sus alrededores.”
Inversiones internacionales y privadas han llovido -inclusive en medio de la crisis económica- para modernizar la infraestructura sudafricana en vistas a este evento internacional. Se espera que lleguen al más austral de los países de África cerca de medio millón de aficionados para ver los partidos. Han sido asignados contratos de publicidad por 3.400 millones de dólares y el gasto gubernamental ha superado los 1.000 millones de dólares.
Pero en este complicado país, con más del 40% de la población afectada por la pobreza, no todos están contentos con el desarrollo.
“¿A quién va a beneficiar realmente este desarrollo?,” pregunta Maureen Msisi, del Movimiento de Personas Sin Tierra (LPM, por sus siglas en inglés), quien ha vivido por veinticinco años en una choza de la empobrecida comunidad de Protea Sur, en el lejano límite de Soweto -un municipio perteneciente al inmenso área suburbana de Johannesburgo.
Msisi señala en dirección al masivo estadio multimillonario que ha sido recientemente construido para la Copa Mundial 2010, a unos pocos kilómetros de distancia. “No va a llegar a la gente que más lo necesita,” afirma.
Activistas al otro lado del Atlántico sostienen lo mismo y ponen en cuestión el modelo de desarrollo que ha acompañado a los eventos internacionales masivos -tales como Copas Mundiales y Juegos Olímpicos- durante casi dos décadas.
El “éxito” de Barcelona en los Olímpicos de 1992
En preparación para los Juegos Olímpicos de 1992, la ciudad española de Barcelona lanzó un masivo proyecto de revitalización que renovó la ciudad completamente. Los depósitos abandonados y los deteriorados predios industriales del obsoleto puerto de la ciudad, Port Vell, fueron transformados en la Villa Olímpica. Ésta se completó con una torre comercial, un hotel de cinco estrellas, un embarcadero deportivo y un centro de esparcimiento que incluye comercios, bares, restaurantes, salas para espectáculos, un enorme cine IMAX y uno de los acuarios más grandes de Europa.
La masiva renovación del puerto fue complementada por nuevas calles y áreas de estacionamiento, nuevos hoteles y zonas de esparcimiento, infraestructura para deportes y proyectos para las otras Áreas Olímpicas: Montjuic, Vall d’Hebron y Diagonal. Según un estudio realizado en 1995 por la Universidad Autónoma de Barcelona, las inversiones directas totales relacionadas con los Juegos de Barcelona, entre 1986 y 1993, superaron los 8.000 millones de dólares estadounidenses.
Atlanta, Sidney, Atenas y Beijing siguieron el modelo de Barcelona en sus proyectos de desarrollo para sus propios Juegos Olímpicos, de la misma manera que lo hicieron varios países organizadores de Copas Mundiales. Barcelona 1992 continúa siendo un punto de referencia.
“Hemos ido a Barcelona para ver y aprender. Lo que ellos han logrado continúa inspirándonos y prueba que organizar Juegos realmente puede cambiar a una ciudad y a un país para mejor,” dijo Tessa Jowell, Ministra Olímpica de Inglaterra, cuando en 2006 estudiaba los planes de desarrollo para los Juegos de Verano de Londres 2012.
“Estudiamos la experiencia de Barcelona cuando estábamos decidiendo si íbamos a postularnos para el 2012. Pero ahora esto es real y yo estoy resuelta a repetir sus tremendos logros -una serie de proyectos apasionantes que dan una nueva vida a la ciudad, un puerto revitalizado, barrios absolutamente nuevos y un mejor transporte público,” Jowell afirmó en noviembre de 2006, durante su visita a Barcelona con una delegación británica.
“Desde 1992, todas las ciudades que recibieron estos grandes eventos internacionales -los Olímpicos y las Copas Mundiales- aprovecharon la gran afluencia de capitales para llevar a cabo estas transformaciones,” dice Leandro Anton, arquitecto y representante del presupuesto participativo en la ciudad brasileña de Porto Alegre. Ésta fue una de las doce ciudades brasileñas que en julio de 2009 recibió luz verde para organizar la Copa Mundial 2014. Pero estas áreas “revitalizadas” son entregadas a una población que tiene que tener el dinero para disfrutar de estos proyectos.
“Entonces, es una privatización del espacio,” afirma Anton. “Si pones un restaurante que va a cobrarte cuatro o cinco reais brasileños (dos o tres dólares) por una botella de agua mineral, eso no va a ser para toda la población.”
Sin embargo, los promotores inmobiliarios de Porto Alegre y el gobierno de la ciudad están presionando para que se siga en la ciudad ese mismo modelo de desarrollo para los proyectos relacionados con la Copa Mundial 2014. Ecologistas y grupos comunitarios se están resistiendo.
Proyecto para la Copa Mundial – Porto Alegre
El 1º de enero de 2009, Porto Alegre creó la nueva Secretaria Extraordinaria de la Copa Mundial de 2014 (SECOPA) para que elaborara proyectos de desarrollo y consiguiera financiamiento para los juegos. Como en Barcelona, la ribera del Río Guaíba en Porto Alegre es el corazón del desarrollo proyectado. Entre las dos docenas de proyectos de desarrollo, la ciudad planea incluir extensas renovaciones al estadio de Beira-Rio (sobre los márgenes del Río Guaíba), múltiples torres de hoteles y edificios comerciales en las inmediaciones del estadio, la revitalización del caduco puerto de Porto Alegre con un par de modernas torres comerciales, un nuevo estadio de fútbol para Gremio -el equipo local rival de Beira-Rio-, un sistema de subterráneos, renovaciones en el aeropuerto, nuevas rutas y numerosos rascacielos.
“Es una medida para nuestra ciudad. Es una medida para nuestro estado, el ser capaces de organizar este evento gigante conocido como la Copa Mundial,” dijo el presidente del SECOPA y vice-prefecto de Porto Alegre, José Fortunati, en un evento en agosto de 2009.
Pero las propuestas han sido recibidas con serias resistencias por los ecologistas, quienes dicen que intereses inmobiliarios privados están presionando por un desarrollo de gran envergadura que no es apropiado si se tienen en cuenta las necesidades de la ciudad. La organización ecologista internacional Friends of the Earth (Amigos de la Tierra) dice que el desarrollo aumentará el tráfico, la basura y las aguas servidas vertidas en el Río Guaíba e infringirá la zona obligatoria de preservación ambiental, de 30 a 500 metros a lo largo de las márgenes del Río Guaíba.
“La utilización de la tierra para edificar no está legalmente permitida en la ribera debido a que es necesario mantener la naturaleza permeable del suelo del área para cuando aumentan los niveles de agua del Río Guaíba, como así también por la cuestión de la ventilación, porque mucha de la brisa que sopla en la ciudad viene del río, que es un espacio abierto donde la brisa circula libremente. Los edificios crean barreras que perjudican la circulación de la brisa y la ventilación de la ciudad,” dice Carolina Hermann, una arquitecta ecologista y organizadora de Amigos de la Tierra en Brasil.
En lo que quizás fue una encuesta apresurada sobre la cuestión del enorme desarrollo, en agosto de 2009, Porto Alegre pidió a los residentes de la ciudad que votaran sobre si querían o no que se permitiera la construcción de un multimillonario complejo de departamentos, a la vuelta del estadio de fútbol de Beira-Rio. Aunque la participación de los votantes fue considerablemente baja, la propuesta de desarrollo de los 15 acres (poco más de 6 hectáreas) de Pontal do Estaleiro fue abrumadoramente derrotada por más del 80 por ciento de los votos.
Los ecologistas se habían organizado en contra de la propuesta para formar el Movimiento en Defensa de la Ribera del Guaíba. Uno de sus miembros, Sylvio Nogueira Pinto Jr., Dijo unas semanas antes del plebiscito que “el Pontal es la punta del iceberg. Si es aprobado allí, será aprobado en el resto de los lugares. La puerta estará abierta. Por eso estamos preocupados hoy. Hoy es el Pontal y mañana serán todas las iniciativas que hay a lo largo de la ribera, que dañarán la calidad de vida y el ambiente.”
A pesar de los resultados del plebiscito, los promotores inmobiliarios y el gobierno de la ciudad de Porto Alegre dicen que el desarrollo de la ribera es un componente esencial del Porto Alegre del mañana.
“El Río Guaíba es nuestra imagen de tarjeta postal. Es el corazón de nuestro turismo. Y lo utilizamos muy poco. ¿Por qué? Porque todavía tenemos una ciudad que le da las espaldas a las márgenes del río,” dice Carlos Aita, Presidente del Sindicato de la Industria de la Construcción Civil (SINDUSCON) de Porto Alegre, quien apoya los proyectos de desarrollo. “Y eso significa que necesitamos pensar sobre cómo aprovechar la ribera.”
Aita dice que no significa que el Río Guaíba sea privatizado en su totalidad. “Necesitamos tener un uso equilibrado. Partes para uso privado o inversiones privadas, con una porción de las mismas también para uso público y partes destinadas exclusivamente a uso público. Esa es una visión moderna y no la estamos inventando nosotros; la estamos copiando de otras ciudades,” afirma Aita, que específicamente señala a Sidney, Australia, y su estrategia de desarrollo para los Juegos Olímpicos de Verano de 2000.
Pero, como en todos lados, estos proyectos tendrán sus costos. Está programado que los promotores inmobiliarios de la Copa Mundial trasladen a miles de familias de bajos recursos, para así tener espacio para abrir rutas y extender el aeropuerto y realizar muchos otros proyectos adicionales. Pero la gente no es fácil de convencer, especialmente en el barrio de Cristal, al sur del estadio Beira-Rio de Porto Alegre, donde cientos de familias de bajos recursos fueron desplazadas recientemente para hacer lugar a el nuevo centro comercial Barra y una cadena gigante de tiendas propiedad de WalMart.
“Mucha gente que conocía vivía allí. Muchos amigos que venían de las favelas,” dice Tania Siquiera, miembro de la comunidad de Cristal. “Fue muy triste cuando destruyeron las casas para construir ese enorme centro comercial.”
Pero el debate sobre el desarrollo está lejos de llegar a su fin. La Fundación Getulio Vargas, de Brasil, estima que en los próximos cinco años la Copa Mundial 2014 generará tres millones y medio de puestos de trabajo en todo el país. Con SECOPA, Porto Alegre ya está en una posición de ventaja, y ahora busca activamente inversores para recaudar los más de dos mil millones de dólares que necesitará para llevar adelante las dos docenas de desarrollos propuestos para la Copa Mundial.
Mientras tanto, la antigua capital de Brasil, Río de Janeiro, fue recientemente nominada para organizar los Juegos Olímpicos de 2016. Los planes de desarrollo están en su fase inicial, pero la mejora en las condiciones de millones de personas que viven en las pobres favelas de la ciudad no parece ser una prioridad importante. El año pasado la ciudad comenzó la construcción de kilómetros de muros de contención para rodear docenas de favelas urbanas en la ciudad, con la excusa de prevenir la deforestación.
Los activistas esperan que los Olímpicos de 2016 traigan con ellos una renovada agenda para las cuestiones sociales. Pero el pronóstico no es prometedor. Río organizó los Juegos Panamericanos en 2007. Según un artículo de agosto de 2007 publicado por el semanario progresista brasileño, Brasil de Fato, muchos de la infraestructura Panamericana de casi dos mil millones de dólares fue privatizada poco tiempo después de los Juegos y vendida como departamentos de categoría. Los activistas esperaban que los desarrollos fueran utilizados para ayudar a resolver la enorme falta de viviendas para familias de bajos recursos en esta ciudad de prestigio mundial. En 2006, Río hizo alarde de un déficit de vivienda cercano a las 300.000 casas.
Mientras tanto, en el estado más austral de Brasil, Rio Grande do Sul, los activistas y miembros de la comunidad -como Tania Siquiera- dicen que su lucha por preservar pública la ribera recién ha comenzado.
La misma Siquiera es una aficionada al fútbol y está feliz de que la Copa Mundial venga a Porto Alegre, pero eso no significa que esté de acuerdo con el desarrollo. “No creo que necesiten hacer todo esto [el desarrollo] para la Copa Mundial porque el torneo sólo va a durar dos meses, y luego todo termina,” dice Siquiera, quien teme que la ribera de su humilde barrio sea sumada a la lista de traslados en nombre del progreso. “Creo que están malgastando el dinero, habiendo aquí tantas otras cosas en qué invertir.”
Michael Fox es un periodista independiente, reportero y director de documentales establecido en Sudamérica. Actualmente está de gira por los Estados Unidos con su nuevo libro ¡Venezuela habla! Voces de las bases (Venezuela Speaks! Voices From The Grassroots, PM Press 2010). Visite PM Press para ver una lista de los días y lugares de los encuentros.