El cielo de Tegucigalpa se llenó de humo en la tarde del 26 de noviembre del 2013, frente a la sede de la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH). Las y los estudiantes indignados por la fraudulenta elección a presidente de Juan Orlando Hernández se juntaron al medio día en una asamblea adentro de la universidad y, una vez que salieron a la calle, hubo una confrontación con la policía.
“Estábamos manifestandonos pacíficamente cuando nos dispararon en contra con el hidrante para provocarnos”, aseguró un joven cuyo ojos cafés se vislumbraban debajo de una camiseta que le tapaba todo el rostro. Con la boca cubierta para protegerse de los gases lacrimogenos, los estudiantes hondureños lanzaban piedras en contra de la policía que bloqueaba la carretera con una camioneta, respondiendo a las piedras con gases e hidrantes. Al final del día, se reportaron algunos jóvenes heridos y detenidos.
“Nos manifestamos porque Juan Orlando Hernández se ha instalado de forma factica en la presidencia: mientras que presidía el Congreso Nacional, se ha apoderado de la Corte Constitucional y del Ministerio Publico. Además, ha creado una Policía Militar de Orden Público que es un retroceso a la década de los ’80, cuando desaparecían a los jóvenes sólo por tener ideas diferentes y estar en contra del sistema. No hemos de permitir que la policía militar nos siga reprimiendo, tenemos que salir a las calles”, me estaba diciendo Héctor Amador de la Universidad Autónoma de Honduras, cuando unos disparos anunciaron una lluvia de gases lacrimogenos lanzados en nuestra dirección. Interrumpimos la conversación y escapamos, mientras que el aire se llenaba de humo que quemaba los ojos y la garganta.
La rabia de las y los jóvenes hondureños en contra del fraude electoral no pudo esperar las declaraciones oficiales. De otro lado, algunas bases del partido Libre (Libertad y Refundación) que el día después de las elecciones se juntaron para una manifestación espontanea contra el fraude electoral, aún están esperando a que el partido trace su linea de conducta.
Xiomara Castro no aparece en público desde la noche del domingo y, después de varios días de silencio, anunció que el viernes presentará las pruebas del fraude: “Nosotros mantenemos la posición que tuvimos el domingo cuando nos declaramos ganadores, Libre significa una fuerza política importante en el país y hoy estamos en primer lugar”, declaró Castro.
Libre es un partido con varias y distintas almas, que reúne políticos tradicionales y activistas de los movimientos sociales. La mayoría de sus líderes son ex afiliados al Partido Liberal que se deslindaron del golpe de estado de junio 2009 y apoyaron al ex presidente “Mel” Zelaya en la formación de un nuevo partido. Esto quiere decir que muchos cuadros de Libre, que propone “una vía hondureña” al Socialismo del Siglo XXI, no son nada más que ex líderes del Partido Liberal, agrupación política expresión de la oligarquía hondureña que durante unos cien años se alternó en el poder con el Partido Nacional.
Libre nació después del regreso del exilio del ex presidente Zelaya, en mayo de 2011. Al principio no todas las organizaciones del FNRP (Frente Nacional de Resistencia Popular, entidad nacida para luchar en contra del golpe de estado de junio) aceptaron la transformación del movimiento en partido. De hecho, la creación de Libre dividió al FNRP entre una corriente “electoral” y una “refundacional”, que creía necesario seguir con las movilizaciones en las calles en lugar que apostar a la vía electoral.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, muchos integrantes de la corriente antipartidaria del FNRP empezaron a ver en “doña Xiomara” una oportunidad para romper el bipartidismo que oprime al país desde hace cien años, además de un desafío al machismo hondureño y al poder de la oligarquía del país, un puñado de familias que controlan el sistema político y económico del país centroamericano.
“Creo que es importante que gane Libre, en Honduras hay necesitad de que otra fuerza política partidaria se instale en el gobierno”, explica la coordinadora general de COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras) Bertha Cáceres, que encontré en la vigilia de las elecciones. “Creemos que Libre no hará cambios profundos, el poder real lo va a tener la oligarquía aunque Libre triunfe. De todos modos, representaría un gobierno distinto a lo que hemos tenido con la ultraderecha fascista, y sería también algo histórico tener a una mujer presidenta, aunque sabemos que no necesariamente con ella las mujeres alcanzaremos una vida digna”.