(IPS) – Desde los años 60, México hizo de las maquilas un esquema preferido para atraer inversiones extranjeras directas y fomentar las ventas al exterior. Pero esa estrategia derivó en un alto costo ambiental y social.
Las maquilas, que concentran en México especialmente la producción de ropa y el ensamblaje de automóviles y de aparatos electrónico, consume un gran volumen de agua, genera residuos peligrosos, como alcoholes, benceno, acetona, ácidos y restos plásticos y metálicos, y emite gases contaminantes.
De este modo se agregan importantes daños ambientales al debe de la maquila, como se la llama a la industria para exportar instalada en los países en desarrollo para beneficiarse de exenciones impositivas y flexibilidad laboral a cambio de favorecer la ocupación.
“No hay una buena supervisión del gobierno. No hay suficientes inspectores. No hay un plan de inspección obligatorio, es voluntario y es programado, no por sorpresa. Vemos el deterioro paulatino de las comunidades”, detalló a IPS Magdalena Cerda, delegada en Tijuana de la no gubernamental Coalición de Salud Ambiental.
En México operan unas 3.000 empresas de este tipo en zonas francas que emplean aproximadamente a 1,5 millones de personas, según el Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación. La mayoría de ellas se encuentran en las norteñas urbes de Tijuana y Ciudad Juárez, fronterizas con Estados Unidos.
Docenas de maquilas fueron instaladas a partir de 1994 en México, por los bajos salarios y costos para abastecer el mercado de Estados Unidos, favorecidas por la entrada en vigor ese año del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), que conforman esos dos países y Canadá.
Aunque el Nafta posee capítulos adicionales sobre condiciones laborales y ambientales, éstos no han bastado para corregir las prácticas en estas áreas, advierten los especialistas.
En 1983, los gobiernos de México y Estados Unidos firmaron el Acuerdo de Cooperación Fronteriza del Medio Ambiente, el cual aborda el manejo de las sustancias tóxicas y especifica provisiones para controlar y prevenir la contaminación en la franja.
Sin embargo, el Nafta eliminó la obligación, derivada del convenio de 1983, de las empresas extranjeras de devolver los desechos tóxicos a sus países de origen. Es que la ley ambiental mexicana estipula que las corporaciones pueden almacenar esos materiales.
El sector, empero, está dispuesto a cambiar “para tener una propuesta que tenga retornos interesantes”, aseguró a IPS el director general de Valle Verde Ecoempresas, Francisco López.
Esta consultora surgió de un proceso iniciado en 2009 y que involucró a académicos, empresarios y funcionarios para definir medidas para que el rubro manufacturero ahorre electricidad y fortaleciera la eficiencia energética.
En marzo pasado, Valle Verde presentó su plataforma, basada en la educación ambiental y la eficiencia energética, y la promovió entre unas 50 corporaciones de ensamblaje electrónico.
Las maquilas han sido criticadas por el consumo de materiales peligrosos. Por ejemplo, para que la tela que se usa para confeccionar ropa sea suave y resistente debe recibir un tratamiento a base de formaldehído, soda cáustica, ácido sulfúrico, bromo y sulfamida, todos compuestos nocivos para la salud humana, según la estadounidense Asociación de Consumidores Orgánicos.
Los procesos de limpieza, hilado, tejido y terminación de una prenda generan en promedio casi 1,4 kilogramos de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases responsables del recalentamiento del planeta, según el proyecto La historia de las cosas, desarrollado por la estadounidense Annie Leonard.
Mientras, la producción de un chip de computadora insume unos 20 litros de agua, 45 gramos de sustancias químicas y unos 1,8 kilovatios/hora de electricidad, según la Universidad de las Naciones Unidas. Ese proceso deriva en 17 kilogramos de residuos líquidos y 7,8 kilogramos de desechos sólidos.
Un ordenador contiene componentes peligrosos como bario, plomo, mercurio, berilio y cadmio.
“México no tiene capacidad económica para regular este sector, nos faltan vías para resolver estos temas. Las inversiones en tecnología limpia disminuyen el margen de ganancia, pero sabemos que es más costoso remediar”, indicó Cerna.
La Coalición de Salud Ambiental y la población de Tijuana se anotaron un éxito en 2004, cuando obligaron al gobierno mexicano a remediar la fábrica abandonada Metales y Derivados, que albergaba más de 23.000 toneladas de desechos y cuyo proceso de limpieza concluyó en 2008. El último control se efectuó este año, con resultados aceptables para los ambientalistas.
Si bien muchas empresas ya reciclan materiales y tratan el agua, esas medidas no lograron del todo enverdecer la actividad de las maquilas, en la cual el salario promedio mensual oscila entre 500 y 600 dólares en la zona fronteriza.
Silvia Balderas, estudiante del estatal Colegio de la Frontera Norte, recomienda en su tesis de graduación para la Maestría en Administración Integral del Ambiente la elaboración y aplicación de programas de ahorro de energía y de disminución y manejo de residuos.
“Las acciones inmediatas que se pueden llevar a cabo son las que requieren menores recursos, sobre todo desde el punto de vista económico”, indica en ese documento titulado “Diseño de un modelo de producción limpia para la industria de ensamble de electrónicos”.
“En primer lugar, una opción para iniciar el trabajo son los programas tanto de ahorro de energía como de manejo de residuos, ya que la decisión de llevarlas a cabo está en función de la propia decisión del administrador o dueño de la empresa”, añade Balderas en su trabajo elaborado en 2010.
La Asociación de la Industria Maquiladora de Tijuana tiene un convenio con la Procuraduría (fiscalía) Federal de Protección al Medio Ambiente de México para promover la certificación de industria limpia. Este año sólo se han emitido solo ocho.
“Tratamos de decirle al sector que la sustentabilidad se puede alcanzar con educación y ahorro, para que con ese mismo ahorro se paguen las medidas sustentables. Este año se pueden dar primeros pasos”, adelantó López.
En 2007, el Registro de Emisiones y Transferencias de Contaminantes (RETC), de la Secretaría (ministerio) de Medio Ambiente, reportó 212 millones de toneladas, de los cuales 99 por ciento correspondió a emanaciones al aire.
Para este año, la meta del RETC es incluir a 267 sustancias contaminantes.
En virtud del acuerdo de 1983, las administraciones limítrofes estructuraron el Programa Fronterizo 2012, cuyos objetivos son reducir la polución del suelo, el aire y el agua, así como mejorar la salud ambiental y elaborar medidas de emergencia y respuesta rápida.