Este análisis parte con una premisa que se comprueba tras los resultados del domingo: a quien mas afectaba la reforma, era al status quo y ese estaba en manos del gobierno, de ahí a que la derrota o triunfo del oficialismo para el referéndum afectaría directamente al gobierno. Finalmente tras la voz del soberano, se rechaza la propuesta de reforma constitucional del presidente Chávez, y obliga a la alta dirección estratégica de la revolución, a hacer un análisis de lo sucedido, considerando una seria de complejas variables que surgen en el seno del propio gobierno bolivariano y sus caminos rumbo al socialismo del siglo XXI, y que van desde la soberbia y la sobrevaloración de las capacidades del proceso bolvariano, hasta el accionar de la derecha opositora y la derecha endógena.
El resultado que afronta el oficialismo no es un fenómeno que debe ser llevado al lamento, sino, muy por el contrario, convertir esta derrota en una oportunidad de reflexionar sobre las causas que, dentro de la revolución, han estancado el avance continuo y acelerado de dicho proceso; Factores que de no ser controlados, seguirán actuando en el futuro inmediato, agravando la situación y contrariando los objetivos y metas iniciales de la revolución en Venezuela.
Esta idea de reflexión critica interna se entiende puesto que, a la luz de los porcentajes de votación y la labor de la oposición, entendemos que, en ningún caso, la evolución del respaldo electoral opositor, la injerencia de los Estados Unidos en la política venezolana, el papel de los estudiantes contrarios al gobierno o los descolgados "chavistas" son elementos de peso (aunque si a considerar) para explicar la inclinación del pueblo venezolano por no aceptar la reforma constitucional. Claros son los porcentajes de votación que definen el alcance de las acciones opositoras al gobierno, demostrando una diferencia nimia (no así su victoria cuyos alcances son de gran envergadura tanto por su nueva subjetividad alegre y su debate ideológico) con respecto al apoyo que tuvieron en las elecciones de diciembre de 2006 (cerca de 300 mil votantes mas en esta ultimo proceso electoral)
Es por ello que lo que ha afectado a las filas bolivarianas es el hecho de que hubo una verdadera evaporación del voto bolivariano que se materializó en la abstención política de la base social revolucionaria. Situación que el mismo presidente señala tras analizar los datos: la migración del voto bolivariano no fue hacia el NO, sino hacia la abstención.
Pues bien, es necesario entonces preguntarse, ¿donde están los 3 millones de votos que si estaban apoyando al presidente Chávez en 2006? Y más urgente aún es cuestionarse, ¿porque no aparecieron el domingo pasado, disminuyendo el apoyo electoral al proceso? Esta es la encrucijada que ronda en las cabezas revolucionarias:
Quizás podremos encontrar respuesta a través de un auténtico "mea culpa revolucionario" aludiendo al hecho de que muchos se abstuvieron ante las formas y contenidos esenciales del proyecto de la reforma, los cuales no lograron ser lo suficientemente claras ni lo adecuadamente convincentes como para obtener el apoyo de los indecisos o aquellos que con resquemor vieron la propuesta como una desviación de los intereses y objetivos populares revolucionarios. Esta culpa es compartida entre intelectuales y la dirigencia bolivariana quienes tenían la tarea de generar el entendimiento y los alcances de la reforma. Este punto nos lleva a preguntarnos si también hemos hecho nuestra labor en cuanto a la redefinición de los conceptos guías de nuestro proceso y que impregnaban la propuesta del presidente: ¿Hay consenso en cuanto a lo que entendemos por "socialismo del siglo XXI"?, ¿Sabemos que es un modelo nuevo y absolutamente diferente a las alternativas socialista del siglo XX (no es el cubano, no es el de la Unión Soviética)? y lo más importante: ¿Compartimos todo esta nueva definición?,
El consenso reflexivo sobre estas preguntas y el posterior afianzamiento de las ideas claves para continuar rumbo al socialismo, seria la labor del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), quien gracias a la incorporación de cuadros políticos e intelectuales de primera línea (no de masas al estilo comunista) con tareas de gobierno y conducción popular, se convertirían en el motor político – popular del proceso. Pero en la práctica, esta herramienta política no ha logrado ser el pilar sobre el que pueda descansar el proceso, muy por el contrario dadas las cifras de la pasada votación y el número de militantes, nos encontramos con que más de un millón de los inscritos en el PSUV dejaron de votar o lo hicieron por el No. Es por ello que detenerse a evaluar y redefinir las líneas estratégicas de acción dentro de este partido será esencial para afianzar la revolución desde abajo, sino se desgastará desde arriba.
Continuando en la búsqueda de respuestas, podemos decir que en el plano político, no sólo la poca efectividad del Partido Socialista Unido de Venezuela ha creado este ambiente de desentendimiento, también, el reiterado desconocimiento de la existencia de una diversidad considerable de tendencias políticas revolucionarias dentro del movimiento bolivariano (el movimiento sindical como claro ejemplo de esto), ha generado la confusión y la desorganización dentro de las filas de aquellos que respaldan a la revolución. No puede existir revolución sin movimientos sociales organizados, y este aspecto ha sido una de las profundas debilidades de este proceso. Sin lugar a duda que la unidad en la diversidad es el camino viable del socialismo plural y libertario y el proceso revolucionario se ha entrampado más en una lucha con este pluralismo ideológico y político en desmedro del debate fecundo.
Junto con ello, encontramos otra reflexión necesaria y que responde a una de las varias exigencias de cambio que se debe plantear el gobierno para afrontar los próximos desafíos. Esto tiene relación con el hecho de que se debe dejar de lado la excesiva concentración de decisiones en el presidente. El proceso no puede depender exclusivamente de la figura del presidente Chávez, el mismo lo ha repetido en innumerables oportunidades, "es el proceso y no la persona, lo que nos debe preocupar" descargando la presencia del caudillo que ha sido la tónica de los gobiernos latinoamericanos. Ahora bien, probablemente sin Chávez no haya revolución (tendremos que trabajar en la búsqueda del sustituto, como un desafío en los próximos años), pero sólo con Chávez tampoco, es tarea de todos hacer de la revolución, un proceso que no dependa de unos pocos, sino de unos muchos y dentro de estos muchos deben surgir los cuadros que tengan cabeza propia, que contradigan y propongan alternativas de trabajo distintas a las del líder del proceso, para generar el tan ansiado debate y construcción. El problema está en que el entorno de Chávez se ha demostrado una notable falta de producción ideológica e incapacidad de abordar y resolver los retos estructurales y coyunturales que plantea el proceso revolucionario; escondiendo todo tras el velo de la lealtad ciega y más grave aún, encubándose práctica de corrupción que carcomen y debilitan la revolución.
Claramente, el saldo que deja el rechazo de la reforma constitucional debe ser manejado con la astucia pertinente tanto para la oposición como para el gobierno, la reflexión va a todos los frentes del proceso revolucionario: El papel de los estudiantes, la educación como agentes de cambio social, las herramientas de participación, el afianzamiento de la economía social, etc. Pues en todos se ha mostrado fuerza, pero también debilidad y estas debilidades en parte explican lo acontecido con la propuesta el domingo pasado. El reconocimiento internacional de la compostura cívica del pueblo venezolano y la muestra de transparencia democrática expresada por el gobierno son caminos que enseñan mucho, pero también de "caídas" vive el hombre y acá se sufrieron algunas, que de no reparar en ellas, dejaran por el suelo la idea revolucionaria.
Los desafíos para los próximos años, son muchos, El rechazo a la reforma ha puesto la señal de alerta para afrontar nuevos tiempos que permitan liquidar el burocratismo y la corrupción, renovar el pensamiento crítico socialista, trabajar incasablemente para organizar a las comunidades, seguir atendiendo a los pobres sin escatimar recursos ni esfuerzos, dedicarse a formar el PSUV con un cuidado y con una entrega inmensa, deslastrarnos de los arribistas, hacer un examen diestro de nuestro andamiaje ministerial y la administración pública en general, fortalecer las Misiones, crear urgentemente cuadros de formación ideológica y sin duda, que se entienda y practique realmente el socialismo, entre muchos otros que se escapan de este análisis
Para el gobierno ha llegado la hora de salir de un dilema que arrastra hace tiempo: o se construye un socialismo verdaderamente democrático, protagonizado desde abajo, desde el poder popular, organizado en su diversidad y multiplicidad, profundizando y renovando las prácticas socialistas, democráticas y revolucionarias, recuperando la alegría perdida y el pronunciamiento y especialmente, reorganizando las líneas bolivarianas, asumiendo sus errores y preparándose ante la arremetido de la estrategia internacional contraria a este resurgimiento o simplemente asumimos la derrota y bajamos el telón.
Ya es tiempo de que se comiencen a repartir las responsabilidades que a cada uno le corresponda en esta sociedad, asumiendo todos, su parte en el compromiso de hacer patria. Para ello se hace imperativo que se tomen medidas urgentes de rectificación, corrigiendo en el corto plazo las fallas y debilidades de la gestión bolivariana.
El presidente Chávez señala que debemos afianzar el rumbo y acelerar el ritmo del proceso, tras el domingo pasado, me quedo con su frase "sin prisa pero sin pausa".
Mcs. Miguel Ángel Sánchez Navarro es un Historiador en el Centro Internacional Miranda.