(IPS) – Con 10 años de vida y cambio de nombre incluido, el ahora llamado Proyecto Mesoamérica, que comprende cuantiosas inversiones en energía, telecomunicaciones, vivienda, salud y otras áreas, avanza a paso lento en medio de grandes dudas de grupos sociales sobre su incidencia en la lucha contra la pobreza.
“Los proyectos que se desarrollan en el ámbito regional toman más tiempo y la coordinación entre los países es mucho más lenta”, justificó ante IPS Elayne Whyte, directora ejecutiva del Proyecto Mesoamérica, anteriormente denominado Plan Puebla Panamá (PPP).
Sin embargo, “entre 2008 y 2011 hubo avances significativos, no solo en materia de interconexión eléctrica, que es uno de los emblemas, sino en toda la parte de interconexión física, telecomunicaciones, salud”, precisó.
El origen del proyecto se remonta a 2001, cuando los gobernantes de Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, México y Guatemala lanzaron el PPP en la Cumbre del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla. Con metas en 2015, contó desde el principio con el apoyo de varias agencias multilaterales.
Con el propósito de mejorar la calidad de vida de sus más de 70 millones de habitantes, el proyecto se planteó promover inversiones en transporte, energía, turismo, telecomunicaciones y otras actividades en los países del istmo y en nueve estados del sudeste mexicano.
Pero en 2008, el PPP fue reformado y relanzado como Proyecto Mesoamérica por los gobiernos de la región en la cumbre de la sudoriental ciudad mexicana de Villahermosa. A esta iniciativa se sumaron entonces República Dominicana y Colombia.
“Se hizo una depuración de más de 100 proyectos que había para centrarnos en dos ejes estratégicos, que son la interconexión física y económica y la cooperación para el progreso social”, entre los cuales se añadieron la vivienda y la salud, detalló Whyte.
Colombia y República Dominicana se adhirieron porque comparten “un socio comercial principal, como es Estados Unidos, y una ubicación geográfica estratégica entre el norte y el sur de América, y entre el este y el oeste del flujo del comercio mundial”, justificó.
Hasta ahora, la iniciativa ha absorbido cientos de millones de dólares y su megaobra insignia es el Sistema de Interconexión Energética Mesoamericana, más conocido como Siepac.
Este sistema comprende la construcción de una línea de transmisión de 1.790 kilómetros de 230 kilovatios y 15 subestaciones eléctricas desde México a Colombia, lo cual aportará una capacidad de transporte de energía de hasta 300 megavatios.
Esta obra, que “ayudará a reducir la tarifa eléctrica, estará lista en 2012, aunque algunos tramos ya se encuentran en funcionamiento, como ocurre con la conexión México-Guatemala”, indicó Whyte.
El mismo avance presenta el sistema de banda ancha de Internet para la transmisión de video, voz y datos, mientras que está concluido el plan de inversiones del denominado Corredor Pacífico, que une a México con Panamá por medio de 3.244 kilómetros de carreteras, que transportan 95 por ciento de la mercancía regional.
En materia social, se destinarán 142 millones de dólares para promover la salud materno-infantil y la nutrición, así como para combatir el paludismo y el dengue a partir de 2012, en tanto que se han ejecutado 7,1 millones de dólares en microcréditos para la compra y mejoras de viviendas en El Salvador y Nicaragua, explicó la directora.
El proyecto Mesoamérica se financia a través de préstamos o cooperaciones técnicas con la banca multilateral, contando con el apoyo de instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el Sistema de Integración Centroamericana y la Organización Panamericana de la Salud.
La gran cartera de proyectos, explicó Whyte, abarca también los temas de biocombustibles, competitividad, desastres naturales, ambiente, fruticultura y facilitación comercial, todos los cuales “son detonantes de beneficios para las grandes mayorías”.
Whyte informó que se invierten 654 millones de dólares en red de interconexión eléctrica, salud y en cooperaciones técnicas como el Proyecto Mesoamérica en sí mismo, mientras que los países que son parte del mismo han gestionado recursos de modo unilateral con la banca regional para construir carreteras y sistemas de energía por un monto que no especificó.
Pero los retos que enfrenta esta iniciativa son muchos.
Guillermo Rodríguez, comisionado presidencial para el Proyecto Mesoamérica en Guatemala, dijo a IPS que su mayor desafío es “bajar los beneficios de los proyectos macro a nivel de la población”.
“¿De qué nos sirve facilitar el comercio si no va a derramar beneficios a las poblaciones? Por eso estamos planteando aspectos novedosos como crear mercados municipales binacionales en las ciudades fronterizas”, planteó.
“Otro asunto importante es que los gobiernos de América Central tienen una capacidad de endeudamiento muy limitada”, lo cual restringe sus posibilidades de invertir en estas megaobras, agregó.
El avance del proyecto también ha tenido otros inconvenientes, como el robo de unos 15,5 millones de dólares de cable de transmisión eléctrica del Siepac en El Salvador y Guatemala, denunció Rodríguez.
En la vecina Honduras, los progresos del Proyecto Mesoamérica apenas se conocen.
“Su mayor avance es a nivel político, pero falta concretar aspectos de infraestructura o energía. El gobierno ha retomado el proyecto para darles mayor agilidad a los procesos integracionistas”, dijo a IPS el vicecanciller de Honduras, Alden Rivera.
En el sector privado la idea se repite. Armando Urtecho, del Consejo Hondureño de la Empresa Privada, comentó a IPS que el Proyecto “tiene buenos propósitos, pero no se ha internalizado mucho”. “Solo conocemos discursos políticos, pero aún no se aterriza a fondo”, criticó.
Pero no todos están convencidos de las bondades de esta iniciativa mesoamericana para con los más desposeídos.
“Nunca estuvo dirigida a beneficiar a la población pobre de la región, sino a satisfacer a las firmas trasnacionales norteamericanas”, dijo a IPS el activista social salvadoreño Ángel Ibarra.
Según Ibarra, este plan convierte a la región en un corredor logístico para facilitar el comercio trasnacional de Estados Unidos, en su afán de competir con gigantes del comercio mundial como los países asiáticos, aunque con tropiezos en el camino.
Explicó que, en El Salvador, el Proyecto Mesoamérica solo ha avanzado en la construcción del puerto Cutuco, sobre el océano Pacífico. “Pero este se convirtió en un elefante blanco, porque tenía la lógica de canal seco si se construía la carretera hacia puerto Cortés, principal terminal marítima de Honduras, pero esta no se hizo y hoy está generando pérdidas importantes”, explicó.
Eso no es todo. También se contempló el desarrollo de la represa hidroeléctrica El Chaparral, al norte del país, cuya construcción se paralizó este año por actos de corrupción”, agregó.
Natalia Atz, de la no gubernamental Asociación Ceiba de Guatemala, también comparte la visión crítica de Ibarra.
“Los beneficiados son las empresas trasnacionales y algunas nacionales. Muchas veces nos dicen que traerá empleo, pero eso no recompensa toda la destrucción, contaminación y degradación de la tierra que provocarán las obras”, advirtió a IPS.
Atz ejemplificó con el caso de la explotación minera en Guatemala, cuyas regalías dejan al país “apenas uno por ciento del producto comercializado, a lo que hay agregar destrucción y contaminación, y nuestras poblaciones siguen pobres”, añadió.
Esta indígena cakchiquel cree que es posible sacar a las comunidades de la pobreza y la desnutrición, pero con otra visión de desarrollo.
“Queremos que lleguen los servicios públicos como la salud, educación, carreteras pero con otro enfoque, no de megaproyectos, sino de desarrollo comunitario”, explicó.
El uso de la agroecología, la no utilización de productos trasnacionales y la autosuficiencia para producir alimentos son parte de sus propuestas. De otra forma, la pobreza solo se perpetuará, concluyó.
* Con aportes de Thelma Mejía (Tegucigalpa)