Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Fuente: Toward Freedom
“Que no quepa duda, la policía en EE.UU. se está militarizando. Y en muchas comunidades, particularmente las de color, el mensaje es recibido con absoluta claridad: ‘Sois el enemigo’”, escribe Tom Nolan , quien trabajó durante 27 años en el Departamento de Policía de Boston. “Muchas comunidades ahora ven a la policía como un ejército de ocupación, sus calles recuerdan más a Bagdad o Kabul que a una ciudad de EE.UU.”
Esto no es por coincidencia; gran parte del equipamiento utilizado actualmente por las fuerzas policiales en las calles de EE.UU. proviene de hecho directamente de los militares estadounidenses.
De una bonanza económica de la armamentización posibilitada por un programa poco conocido del Pentágono, a una escalada en los despliegues de equipos SWAT [Fuerzas especiales, N. del T.], la militarización de fuerza policial de EE.UU. plantea una creciente amenaza para el público estadounidense , como se vio recientemente en Ferguson, Misuri.
Detrás de esta militarización está el “programa 1033” del Pentágono, creado en la Ley de Autorización de la Defensa Nacional para 1997, que posibilita que el Departamento de Defensa suministre excedentes de equipamiento militar a un coste fuertemente reducido a departamentos locales de policía. El programa fue expandido después del 11-S , y ha llevado a la distribución de 4.200 millones de dólares en equipamiento. Departamentos de policía en todo el país utilizan ahora unos 500 aviones militares, 93.763 armas de asalto y 432 vehículos militares “Protegidos contra Emboscadas, Resistentes a las Minas” – que nuevos cuestan cerca de 700.000 dólares, y que son vendidos a los departamentos por solo 2.800 .
Un ejemplo del programa citado por The Guardian mencionó a un sheriff de condado en Carolina del Sur que obtuvo un tanque con torretas con ametralladoras rotativas en 360 grados. El tanque fue llamado “El Pacificador”.
Semejantes equipamientos innecesarios están siendo utilizados en ciudades y pequeñas localidades en todo el país, sin suficiente supervisión, entrenamiento adecuado o participación del público.
Después de la protesta por la violencia policial en Ferguson, el Pentágono sigue sosteniendo que el programa de venta de armas es por el bien público. Como dijo el portavoz del Pentágono, John Kirby, a Newsweek , “Se trata de un programa útil que permite la reutilización de equipamiento militar que de otra manera sería descartado, que podrá ser utilizado por agencias de mantenimiento del orden para servir a sus ciudadanos”.
Sin embargo, en lugar de servir a los ciudadanos la militarización de la fuerza policial ha contribuido a una violencia innecesaria, primordialmente contra gente de color y bajo el pretexto de la así llamada guerra contra las drogas.
En junio de este año, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) publicó un informe exhaustivo titulado “War Comes Home: The Excessive Militarization of American Policing ,” que concluye que la fuerza policial de EE.UU. ha sido “excesivamente militarizada mediante el uso de armas y tácticas diseñadas para el campo de batalla” y que esta alarmante tendencia “afecta injustamente a la gente de color y debilita las libertades individuales, y se ha permitido que esto ocurra en ausencia de cualquier discusión pública significativa”.
Aunque esta escalada apunta aparentemente a la protección de la población contra amenazas violentas, la ACLU estableció que un 62% de las incursiones de SWAT examinadas fueron utilizadas para buscar drogas, mientras solo un 7% fueron utilizadas para “rehenes, barricadas, o escenarios de tiroteos activos”.
El uso de equipos de SWAT ha estado aumentando vertiginosamente durante los últimos 45 años, según el profesor Peter Kraska de la Escuela de Estudios de Justicia de la Universidad de Eastern Kentucky. En los años setenta, fueron utilizados solo unos cientos de veces por año; ahora son desplegados carca de 50.000 veces por año, calcula Kraska. En algunos casos incluso han sido utilizados para disolver juegos ilegales de póker, barberías no autorizadas y consumo de bebidas alcohólicas por menores de edad. En el caso de Jesús Llovera , un presunto organizador de peleas de gallos en Maricopa County Arizona, un equipo de SWAT ocupó en 2011 la sala de estar del hombre, y condujo un tanque a su patio, matando a su perro y a más de 100 de sus pollos.
Destacando el hecho de que esta militarización forma parte de un asalto más amplio contra la gente de color en EE.UU., Alex Kane señala en Alternet que esta violencia está vinculada a la “guerra contra inmigrantes indocumentados”. Kane cita el informe de ACLU sobre el infame sheriff anti-inmigrantes Joe Arpaio de Arizona, quien, fuera de adquirir cinco vehículos blindados y diez helicópteros, tiene “una ametralladora tan poderosa que podría atravesar edificios en múltiples bloques de la ciudad”.
Un paso en la dirección correcta después de la violencia policial en Ferguson sería desmilitarizar las fuerzas policiales de EE.UU. Como recientemente un residente anónimo de Ferguson dijo a la BBC sobre los agentes de la policía de su ciudad: “Es poder. Tienen el poder, sienten que nosotros no lo tenemos. Por eso hacen las cosas que hacen. Lo que hicieron al joven Michael Brown, fue innecesario. Es violencia innecesaria.”
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Benjamin Dangl es estudiante de doctorado en Historia Latinoamericana en la Universidad Mc Gill y autor de los libros Dancing with Dynamite: Social Movements and States in Latin America , y The Price of Fire: Resource Wars and Social Movements in Bolivia . Edita UpsideDownWorld.org , un sitio en la web sobre el activismo y la política en Latinoamérica, y TowardFreedom.com , una perspectiva progresista sobre los eventos mundiales. Twitter: @bendangl