(IPS) – Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en autorizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, al aprobar este jueves una ley que les permite además la adopción de menores y la fertilización asistida, derechos que hasta ahora sólo tenían los heterosexuales.
“El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos, con independencia de que los contrayentes sean del mismo o de distinto sexo”, reza uno de los principales artículos de la norma sancionada esta madrugada en el Senado.
El proyecto, que reforma el Código Civil en el capítulo del matrimonio, había sido aprobado en mayo en la Cámara de Diputados. Ahora fue convalidado con el voto de 33 senadores, frente a 27 en contra y tres abstenciones, una mayoría más holgada de lo que se preveía antes del debate que se prolongó por casi 14 horas.
Portavoces del gobierno aseguraron que la ley será promulgada pronto por la presidenta Cristina Fernández, quien celebró la decisión del parlamento como un “paso positivo para un país de vanguardia”. La decisión del Senado contó con el respaldo de la agrupación oficialista Frente para la Victoria (ala centroizquierdista del peronismo), del socialismo y de algunos legisladores de las opositoras Unión Cívica Radical y Coalición Cívica.
“En verdad, nosotros sentíamos que habíamos ganado este debate aún cuando no consiguiéramos que el proyecto se apruebe este año”, declaró a IPS Marcelo Suntheim, secretario de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
El dirigente recordó que hace 26 años, cuando se creó la CHA, la discusión era sobre si los homosexuales eran o no enfermos. “Ahora el debate fue sobre derechos, y la votación concluyó que somos ciudadanos con iguales derechos”, celebró.
La discusión para la aprobación de la norma estuvo precedida de una campaña en la cual una decena de parejas del mismo sexo logró casarse mediante la presentación de recursos de amparo aceptados por la justicia en primera o segunda instancia.
Verónica Dessio, una abogada de 38 años que vivía desde hace nueve con su pareja mujer, se casó por esta vía antes de la sanción de la ley. “Nosotras lo logramos, pero todos debían tener el mismo derecho”, comentó a IPS.
Afirmó que nunca se sintió discriminada por ser lesbiana. Sin embargo, sólo ahora tiene los mismos derechos que un heterosexual en trámites y asuntos de la vida cotidiana de una pareja como la solicitud de un préstamo o el derecho a la herencia.
Antes de la sanción, organizaciones de minorías sexuales encabezadas por la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, hicieron una fuerte campaña a favor del reconocimiento legal de sus derechos.
Contaron con el apoyo de representantes de las diversas iglesias, cuyas cúpulas en general rechazaban el proyecto, y también con el de sociedades científicas y médicas que avalaban la adopción por parte de parejas homosexuales y de organizaciones humanitarias, actores y periodistas, entre otros.
Un colectivo de 73 organizaciones defensoras de los derechos humanos escribieron una carta a los senadores pidiendo “garantizar la igualdad” de derechos.
Los firmantes sostenían que la ley limitaba también el ejercicio de derechos derivados del matrimonio como la herencia, el régimen patrimonial de la sociedad conyugal, la tenencia de hijos, la adopción, la pensión por viudez y otros beneficios.
También rechazaban la alternativa de la unión civil, un instituto que ya rige en la ciudad de Buenos Aires y en otros distritos del país, que legitima la relación homosexual pero no contempla todos los derechos que custodia el matrimonio.
“Negar el casamiento sobre la base de preferencia sexuales es una forma de discriminación prohibida por la Constitución Nacional y la creación de una institución aparte es una flagrante violación a los derechos humanos”, agregaron.
Pero la iniciativa también tenía detractores encabezados por la cúpula de la Iglesia Católica y laicos que se movilizaron en vísperas de la sanción. Al acto del martes 13, frente a la sede del Congreso legislativo, asistieron unas 20.000 personas según distintos observadores.
“Los niños tienen derecho a tener mamá y papá”, era el lema. Pero en el acto circularon panfletos en los que se expresaban fuertes prejuicios contra las minorías a las que se tildaba de enfermos, promiscuos o personas con tendencia al suicidio.
Una de las expresiones más polémicas fue la del arzobispo de la ciudad de Córdoba, Carlos Ñañez, que inició un juicio canónico contra el sacerdote José Alessio y le prohibió ejercer el sacerdocio por manifestarse a favor del matrimonio gay.
La presidenta de la asociación humanitaria Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, que busca a menores desaparecidos por represión de la dictadura (1976-1983), cuestionó que esas mismas autoridades católicas quieran expulsar de sus filas a Alessio mientras sostiene y ampara al sacerdote Julio Grassi, condenado en 2009 a 15 años de prisión por abuso y corrupción de menores.
Otro caso denunciado por permanecer con todos sus derechos canónicos es el del sacerdote Christian Von Wernich, quien fue condenado a prisión perpetua por participar en torturas y otros delitos contra la humanidad en filas de los llamados “grupos de tareas” de la dictadura.
El matrimonio de personas del mismo sexo, que existe en Canadá, Sudáfrica, en siete países europeos y en seis estados de Estados Unidos, no rige como ley nacional en ningún otro lugar de América Latina. Sólo en el distrito federal de la capital de México fue sancionado hace algunos meses.
Sí, en cambio, hay numerosos países de la región que cuentan con la unión civil y en algunos casos se permite también la adopción, pero no el matrimonio que sigue siendo una institución reservada a parejas heterosexuales.
En Argentina, uno de los factores que empujó la sanción fue la difusión pública de casos de parejas del mismo sexo que formaban familias mediante adopciones monoparentales o accedían a la fertilización asistida.
Las encuestas indicaban que la mayoría de la sociedad argentina estaba de acuerdo en que se sancionara una norma que reconociera sus derechos.
“Nuestras familias ya existen”, fue el lema del Primer Encuentro Nacional de Familias que celebraron en junio en la central ciudad de Rosario, como parte de la campaña en favor del matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Desde hace años criamos bebés, niños, niñas y adolescentes a quienes gestamos usando o no tecnologías reproductivas, adoptando o quedando a su cuidado”, anunciaron en un documento. “Algunas de nuestras familias son armoniosas y otras no. Tenemos alegrías y problemas como todas las familias”, reconocieron.
Para Suntheim, hay coincidencia con los críticos en “defender la familia”, pero “no creemos en el modelo ideal, la ecuación ‘hombre más mujer más hijo’, sino en un entorno afectivo que de hecho es ya mucho más diverso”.