Una decena de ciudades de Argentina se movilizaron en repudio a la multinacional Monsanto. En Córdoba, donde planea instalar su planta más grande de América latina, la marcha fue multitudinaria y una encuesta revela el rechazo de la población a la compañía.
Monsanto, la corporación líder del agronegocios, tuvo su día en todo el mundo: en 300 ciudades de 36 países marcharán para denunciar a la compañía y al modelo agrario industrial en base a agrotóxicos y semillas transgénicas. En Argentina, uno de los epicentros fue Córdoba, donde la multinacional construye su planta más grande de Latinoamerica (en la localidad de Malvinas Argentinas) y una estación experimental en Río Cuarto. Una reciente encuesta realizada en Malvinas Argentinas afirma que nueve de cada diez habitantes solicita una votación para determinar si Monsanto debe instalarse y señala que el 58 por ciento de la población no quiere a la empresa en su localidad.
Monsanto tiene 112 años de historia, su sede central en Estados Unidos, una facturación anual de 7297 millones de dólares, domina el 27 por ciento del mercado de semillas (transgénicas y convencionales) a nivel mundial. “En semillas transgénicas Monsanto tiene el 86 por ciento del mercado mundial. Es uno de los dos monopolios industriales más grandes del planeta y de la historia de la agricultura e incluso, del industrialismo. Solamente Bill Gates (con Microsoft) tiene un monopolio similar, cerca del 90 por ciento del mercado”, explicó Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC, que estudia desde hace 25 años la concentración del mercado agropecuario mundial.
“Millones contra Monsanto”, es el nombre de la campaña internacional nacida en 2011 y que movilizó activistas en 298 ciudades de 36 países de todos los continentes. “Levantamos la voz contra el gigante biotecnológico Monsanto, levantamos la voz contra sus excesos contra la naturaleza, los agricultores y contra los consumidores. Los agricultores orgánicos y pequeños sufren pérdidas, mientras que Monsanto sigue con su monopolio sobre el suministro mundial de alimentos, incluso con sus patentes exclusivas sobre las semillas”, explica la convocatoria.
La jornada principal fue el 25 de mayo, pero cada ciudad adaptó la actividad a su coyuntura regional. En Río Cuarto fue el jueves pasado. “Monsanto controla el mercado de las semillas transgénicas, impulsa la aplicación de millones de litros de agrotóxicos, expulsa campesinos y comunidades, destruye el ambiente y la soberanía alimentaria y daña la salud de miles de personas”, denunció en su comunicado la Asamblea por un Río Cuarto Sin Agrotóxicos.
Y en la Capital cordobesa fue en el Centro Cívico del Bicentenario. “Fuera Monsanto de Malvinas Argentinas, de Córdoba y América latina”, fue la consigna principal. Y también se reclamó por los desalojos rurales y urbanos, las fumigaciones con agrotóxico, el rechazo al modelo extractivo y se insistirá en la necesidad de un modelo agropecuario basado en la soberanía alimentaria.
Vanina Barboza Vaca, de la Asamblea de Malvinas, recordó que la localidad es una ciudad “cercada” por las fumigaciones, donde se repiten abortos espontáneos, malformaciones, cáncer y enfermedades respiratorias. “Ya conocemos los males del modelo que representan Monsanto. También sabemos que son mentiras sus promesas de trabajo y rechazamos que en nuestro barrio instalen 200 silos de semillas transgénicas tratadas con agrotóxicos”, alertó Barboza Vaca.
En junio pasado, el gobierno argentino anunció la llegada de Monsanto a Córdoba. En agosto, el Ministro de Agricultura presentó la nueva semilla de soja (“RR2 Intacta”) junto a los directivos de Monsanto.
En Córdoba nació la Asamblea de Vecinos Malvinas Lucha por la Vida y comenzó una articulación con las organizaciones que desde hace una década, en la provincia, denuncias las consecuencias ambientales, sanitarios y sociales del modelo agropecuario y la megaminería.
En abril pasado, siete investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Católica de Córdoba y del Conicet (con la colaboración de investigadores de la Queen Mary University, de Londres) hicieron pública una encuesta realizada en Malvinas Argentinas: nueve de cada diez (87 por ciento) desea que se realice una consulta popular y el 58 por ciento explicitó que rechaza la instalación de la multinacional.
Realizada entre marzo y abril, cuenta con 352 encuestas en domicilios a mayores de 18 años y señala un margen de “error máximo” de 5,15 por ciento. Destaca que el 73 por ciento tiene miedo de opinar en contra de Monsanto por temor a salir perjudicado y el 65 por ciento no tiene confianza en el estudio de impacto ambiental (que realizará la propia empresa bajo la supervisión del gobierno provincial).
Respecto a los distintos actores del conflicto, el 55,3 por ciento se mostró en desacuerdo con el gobierno municipal (intendente Daniel Arzani, radical), 13,3 poco de acuerdo y 14,1 muy de acuerdo. El 48,4 en expresó en contra del accionar del gobierno provincial (14,1 poco de acuerdo y 7,5 muy de acuerdo). El 50,2 se expresó en desacuerdo con el accionar del gobierno nacional (13,3 poco de acuerdo y 8,6 muy de acuerdo).
Monsanto obtuvo el rechazo del 49,3 de los consultados (10,1 poco de acuerdo y 8,6 muy de acuerdo). El 29,4 por ciento se expresó en desacuerdo con el accionar del Poder Judicial de la provincia (21,6 poco de acuerdo y 14,4 muy de acuerdo).
Los actores que mayor aprobación tuvieron fueron los medios de comunicación (27,1 por ciento muy de acuerdo; 34,9 poco de acuerdo y 15,6 en desacuerdo) y la Asamblea de Vecinos Malvinas Lucha por la Vida: 33,7 muy de acuerdo; 21,6 poco de acuerdo y 14,1 en desacuerdo.
En la marcha de Córdoba, donde confluyeron numerosas organizaciones (entre ellas los vecinos de Malvinas, las Madres de Ituzaingó y las asambleas que rechazan la megaminería) sobresalió el pedido de que los vecinos de Malvinas Argentinas puedan votar para definir la instalación de Monsanto. Y el principal lema fue: “El progreso que contamina, envenena, desaloja y mata, no es progreso”.
Monsanto cuenta con una planta en la localidad de Zárate desde 1956. En 1978 se instaló en Pergamino y, en 1994, sumó una planta en Rojas (todas en la provincia de Buenos Aires). El año pasado anunció la construcción de la planta de maíz transgénico en Malvinas Argentinas y estaciones experimentales en Río Cuarto (provincia de Córdoba) y otra en la provincia de Tucumán.
En 1996, el gobierno argentino aprobó la soja transgénica con uso de glifosato. El Gobierno no realizó estudios propios (se basó en estudios de la propia empresa). En 1996 la soja ocupaba en Argentina 6,6 millones de hectáreas. En 2011 llegó a 19,8 millones de hectáreas, el 56 por ciento de la tierra cultivada del país.
Además de Córdoba, hubo marchas en Bahía Blanca, Rojas, Tucumán, Rawson, Godoy Cruz (Mendoza), Rosario, Calafate, Villa Gobernador Galvez (Santa Fe), San Pedro (Misiones) y Resistencia. En Capital Federal fue el el 25 de mayo, a las 14, frente a las oficinas centrales de la empresa y luego se marchó hasta la histórica Plaza de Mayo. Chile, Brasil, Uruguay, Venezuela, Perú fueron algunos de los países que también se movilizaron. Las convocatorias de todos las ciudades explicitan el rechazo a Monsanto, pero no se agota en una compañía. Barboza Vaca, asambleísta de Malvinas Argentinas, advierte: “Decimos no a Monsanto, pero también empresas similares que hacen a un sistema extractivista que se enriquece a costa de la salud y la vida de los pueblos. Y decimos sí a la soberanía alimentaria, si al cuidado de la naturaleza, sí a los alimentos sanos para el pueblo”.