El papel de Ottawa en la guerra permanente contra el pueblo de México
Fuente: SubVersiones
Ciudad Juárez, México. La música es fuerte y el bar está bien abastecido. Me siento tímidamente con una lata de cerveza, mis ojos en la entrada. Esta solía ser una concurrida discoteca antes de que Juárez se transformara en una zona de guerra. Mi compañero, Julián Cardona, quien solía tomar fotografías para las páginas sociales de un periódico local, describe cómo solía ser aquí: Hummers estacionados en triple-línea en la acera, propinas de cien dólares, tejanos bien vestidos esperando detrás de cuerdas de terciopelo para entrar. Ya no es así. La noche que visité el lugar estaba casi vacío, meseras ocupadas con sus iPhones, un vendedor ambulante de cigarrillos gritando para vender.
La idea de ir a la discoteca fue de Cardona, él dijo que me ayudaría a entender mejor la ciudad. Su carrera ha tomado un giro inesperado debido a la violencia: actualmente, en lugar de tomar fotografías para las páginas sociales, toma escenas del crimen en una de las ciudades más violentas del mundo. Ciudad Juárez, una ciudad que floreció con la introducción de las maquiladoras, ha sido durante mucho tiempo una ciudad con altos niveles de violencia. Los asesinatos de mujeres a través de la década de 1990 captó la atención internacional. Por cada mujer muerta, había nueve hombres asesinados.
Pero cuando Juárez se transformó en el punto focal de la guerra de México contra los narcotraficantes, las cosas en la ciudad comenzaron a cambiar más allá del reconocimiento. El presidente Felipe Calderón lanzó una guerra militarizada contra los narcotraficantes al inicio de su mandato en diciembre de 2006. A finales de marzo de 2008, miles de soldados y policías federales llegaron a Ciudad Juárez como parte de una oleada contra los narcotraficantes. Después de que los policías y soldados llegaron, la tasa de homicidios se disparó, incrementó de la violencia, y aumentaron los secuestros. Ciudad Juárez se convirtió en sinónimo de todo lo que está mal en México.
Pero lo que está ocurriendo en México y en Ciudad Juárez no está sucediendo de manera aislada. Por un lado, el consumo de drogas en Canadá y los Estados Unidos alimenta un gran parte de la demanda que mantiene a los carteles en actividad. Por otro lado, Canadá y los Estados Unidos han aumentado su apoyo a la policía y el ejército mexicano, incluso cuando su papel en ciudades como Juárez está siendo objeto de intensas críticas. Esta relación se acentuó en marzo, cuando los ministros de Defensa de los tres países celebraron reuniones trilaterales por primera vez.
“Lo que hemos visto aquí [en Ciudad Juárez] es que la ciudad fue militarizada el último día de marzo de 2008, cuando las fuerzas federales llegaron aquí, miles de soldados del ejército y la policía federal”, dijo Carlos Fong Yeffim, un activista y un estudiante que vive en Ciudad Juárez. En la cúspide de la militarización de Juárez, entre 2009 y 2010, 5,000 policías federales y 5,000 soldados estuvieron en la ciudad.
“Generalmente, antes de que los soldados llegaran, había un promedio de dos asesinatos al día, y cuando llegaron los soldados, la cifra comenzó a aumentar, a cinco, y luego a 10″, contó Fong en una tarde fría de noviembre en el campus de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ). “Hemos visto varios casos donde la policía federal y el ejército mataron a menores de edad, además de los policías y soldados directamente implicados en el robo.” Los de la ciudad también vinculan la policía federal, conocidos en México como “Federales”, con los secuestros.
“Cuando la oleada de secuestros creció, fue a causa de la llegada de la policía federal”, dijo Leobardo Alvarado, quien opera la fuente del medios alternativos JuarezDialoga. “Por supuesto, no se ha probado que tiene que ver con eso, pero sí hay muchos casos documentados donde había personas vinculadas a la policía federal que cometieron estos crímenes”.
La participación de la policía en actividades ilegales no es nada nuevo. “La policía mexicana, de hecho, ha sido reportada como partícipe en el comercio de drogas, mediante asistencia activa o pasivamente a través de la corrupción”, escribió Mathieu Deflem, un profesor de la Universidad de Carolina del Sur, en el año 2001. Pero en los pasados diez años, el nivel de participación de la policía en el tráfico de drogas se ha profundizado.
“Siempre ha habido una línea muy estrecha, o, bien, son la misma cosa”, dijo Cardona, quien ha vivido en Ciudad Juárez desde hace más de 30 años. “La policía y todo el aparato estatal, todas las instituciones del Estado, siempre han sido quienes garantizan el comercio de la droga.” Entrevisté a Cardona en el patio de un Starbucks, el único establecimiento en Ciudad Juárez que se atreve todavía a abrir su sala de estar al aire libre. Nuestra mesa daba a un Wal-Mart, construido sobre lo que fue alguna vez una plaza de toros. De vez en cuando, veíamos un coche de policía hacer un recorrido lento a través del estacionamiento con luces intermitentes.
La participación de la policía en el comercio de la droga se intensificó con el crecimiento del mercado interno de drogas en México, cuya expansión tiene que ver en parte con controles fronterizos incrementados que se presentaron después el 11 de septiembre de 2001. “Sólo hace 10 años, había mucho narcotráfico en México, pero los mexicanos mismos no consumían la droga”, dijo Dr. William I. Robinson, profesor y autor de “A Theory of Global Capitalism” (“Una teoría del capitalismo global”). “Ahora hay millones de mexicanos que son drogadictos, y que son consumidores de drogas también, y eso es debido a esos cambios en la frontera y los cambios en la velocidad de las drogas que se mueven a través de México.”
Como los mercados locales de drogas crecieron, de acuerdo con Cardona, los policías mismos comenzaron a mover las drogas, a ejecutar a las personas e incluso a mover los cuerpos en los coches patrulla, todo lo cual era para ganar más dinero. En lugar de acabar con estos comportamientos, la militarización de la ciudad parece haberlos exacerbado. “Lo que pasa es que cuando llegan los federales a Juárez, y el ejército, y desplazan básicamente a la policía local estatal o municipal de sus mercados”, dijo Cardona.
No todos están de acuerdo en qué es exactamente lo que hizo destacar a Ciudad Juárez como una ciudad con una de las tasas de homicidio más altas del mundo. Los medios dominantes afirmaron que la violencia provino de una guerra entre el Cártel de Sinaloa y La Línea, el brazo armado del Cártel de Juárez, los cuáles afirman que la policía y los soldados ayudaron a sofocar. Con un examen cuidadoso, esta narración se construye en los medios de comunicación que utilizan las fuentes oficiales como funcionarios no identificados y la Drug Enforcement Administration de Estados Unidos (DEA). Los residentes de Juárez con los que hablé, sin embargo, le echan la culpa directamente a la policía y el ejército.
De acuerdo con Molly Molloy, una bibliotecaria de la Universidad Estatal de Nuevo México que sigue la violencia en México, cerca de 95,000 personas han sido asesinadas en el país desde el inicio del mandato de Calderón. En Juárez, más de 10,000 personas han sido asesinadas desde 2008. Los funcionarios suelen decir que los muertos estaban involucrados en el tráfico de drogas, pero rara vez se investigan los asesinatos. “La mayoría de los asesinatos son entre las personas, bueno, las personas que murieron no estaban armados”, dijo Dr. Héctor Padilla, profesor de la UACJ, con una risa seca. “La mayoría son personas que se encontraban en tránsito, o que estaban trabajando, o en su casa y llega alguien y pum,” dijo, haciendo una pistola con los dedos y apretando el gatillo.
El Internal Displacement Monitoring Centre (Centro Para el Monitoreo de Desplazados Internos) pone el número de desplazados internos en 160,000, aunque otros estudios muestran que el número podría ser mucho mayor. Incluso, más de 5,000 personas han desaparecido desde 2006, y el número de presos federales se ha quintuplicado a más de 18,000, 40 por ciento de los cuales se encuentran en prisón en espera de su juicio. Imágenes de las balaceras, las drogas incautadas y las detenciones se reportan regularmente en las noticias de la tarde, mientras que los blogs difunden los vídeos de tortura y muerte e imágenes espeluznantes de las masacres y los cadáveres cortados en trozos. Desde la guerra contra las drogas fue declarada, la policía y la regulación policial han sido un componente clave de la Iniciativa Mérida, una estrategia de Estados Unidos y México que pretende perturbar a los traficantes de drogas. En 2010, se estimaba que había 409,536 policías en México, de acuerdo a Insyde, una organización sin fines lucrativos dedicado al entrenamiento policial financiada por los Estados Unidos. La policía federal, de los cuales hay más de 30,000, todos reciben entrenamiento militar en el país.
Antes de los Estados Unidos anunciara la Iniciativa Mérida en 2007, Canadá ya había empezado a incrementar la seguridad en cooperación con México. Bajo la rúbrica de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad, el entonces Ministro de Seguridad Pública de Canadá, Stockwell Day, y su homólogo en México, acordaron crear un grupo de trabajo centrado en la seguridad de la cooperación bilateral a principios de 2007. Dos años más tarde, oficiales de la Real Policía Montada del Canadá (RCMP por sus siglas en inglés) estaban adiestrando de la Policía Federal Mexicana. “La Real Policía Montada del Canadá, junto con entrenadores de los Estados Unidos y otros socios internacionales, están proporcionando capacitación básica a los reclutas de la Policía Federal de México”, dijo el primer ministro de Canadá Stephen Harper, durante una parada en Guadalajara en 2009. Además de la formación de 1,500 Federales de bajo rango, la RCMP adiestró a 300 policías de rango medio en México, y 32 comandantes de la policía mexicanos recibieron entrenamiento en la Canadian Police College.
No hay nada transparencia por parte de la RCMP acerca de los oficiales mexicanos que han asistido a el entrenamiento en Canadá, y hasta ahora no hay manera de verificar si los policías con entrenamiento canadiense han estado implicados directamente en actos criminales. “Por razones de seguridad no podemos dar los nombres de los Oficiales que asistieron al entrenamiento en nuestra Canadian Police College (Colegio de la Policia de Canadá)”, escribió Greg Cox , enlace con los medios de la RCMP, en un correo electrónico al periódico canadiense, “The Dominion”. A finales de 2011, se ha utilizado fondos de los Estados Unidos para “adiestrar a más de 55,000 policías y funcionarios del sector de justicia, incluyendo 7,200 policías federales”, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos. The New York Times informó que este entrenamiento incluyó “la intervención de llamadas telefónicas, el manejo de los informantes y el interrogatorio de sospechosos”.
A pesar de los esfuerzos declarados de las fuerzas internacionales de policía , la corrupción entre la policía mexicana no ha disminuido. “No queremos exagerar esta conclusión: No vemos ninguna evidencia de que la corrupción de la policía esté bajando realmente”, dice un informe de 2011 preparado por la Corporación RAND, un “think tank” de la derecha estadounidense. El entrenamiento de la policía mexicana por la RCMP y los Estados Unidos se esta llevando a cabo en conjunto con oficiales de Israel, Colombia, Francia, España, El Salvador, Holanda y la República Checa. Maribel Cervantes Guerrero, policía federal de mayor rango en México, se adiestró en los Estados Unidos, Israel y España.
La cooperación internacional en materia de seguridad crea espacios donde “los burócratas y las elites militares activamente estudian y toman prestadas las técnicas de los demás y se asesoran entre ellos acerca de las prácticas dominantes eficaces”, de acuerdo a Laleh Khalili, profesor en el Departamento de Política y Estudios Internacionales de la Universidad de Londres.
El renovado interés internacional por parte de Canadá, los Estados Unidos y otros en el entrenamiento de la policía mexicana viene a pesar del hecho de que no hay pruebas de que dicho entrenamiento mejora la seguridad o la democracia.
“No hay evidencia de que casi un siglo de ayuda estadounidense a la policía extranjera ha mejorado ya sea la seguridad de las personas en los países receptores o las prácticas democráticas de su policía y las fuerzas de seguridad”, señala la Dra. Martha Huggins, quien ha escrito extensamente sobre el entrenamiento de la policía de América Latina por los Estados Unidos. En cambio, dice, “el resultado de dicho entrenamiento puede sugerir que el entrenamiento de la policía de América Latina ha sido deliberadamente utilizado para aumentar el control de los Estados Unidos sobre los países receptores y el control antidemocrático de los gobiernos sobre sus poblaciones.” Pero esto no se trata sólo de los Estados Unidos adiestrando a la policía mexicana. El entrenamiento de la policía de México por la RCMP indica que Ottawa está interesado en desarrollar una mayor influencia sobre los asuntos de seguridad interna de México. Además de el entrenamiento policial, Canadá y México tienen anualmente diálogos políticos, militares e intramilitares, y trabajar junto con los Estados Unidos y otras naciones a través de la Joint Interagency Task Force South, un centro contra las drogas en Florida. México es también un estado miembro de la Directorate of Military Training and Co-operation (Dirección de Entrenamiento y Coperación Militar), una organización que el Departamento de la Defensa Nacional de Canadá dice está diseñado para “reforzar las relaciones bilaterales de defensa con los países de interés estratégico para Canadá”.
Desde el 26 de Marzo al 27 de 2012, los ministros de Defensa de Canadá, los Estados Unidos y México celebraron su primera reunión trilateral, con la promesa de incrementar la cooperación defensiva en la lucha contra los cárteles, así como la protección del comercio. “En virtud de nuestra geografía, nuestros pueblos y nuestra relación comercial, los tres países comparten muchos intereses en materia de defensa”, reza una declaración conjunta de los ministros de Defensa.
Con el comercio bilateral de mercancías en $ 21.3 mil millones y la inversión extranjera directa de Canadá en $ 4.9 mil millones en 2009, el gobierno de Canadá considera a México “uno de los socios comerciales más importantes de Canadá en el mundo.” En 2011 había más de 2,500 empresas canadienses operando en México. La presencia de Canadá es especialmente fuerte en los sectores de la minería y de la industria aeroespacial, Goldcorp y Bombardier han hecho grandes inversiones en los últimos dos años. La creciente presencia corporativa de Canadá en Mexico puede explicar en parte la cada vez más estrecha cooperación de las fuerzas armadas y policiales. “Si se trata de un problema para México, es un problema para Canadá”, dijo el canadiense ministro de Defensa, Peter MacKay, en un comunicado a los medios después la reunión en marzo.
El hecho de que la regulación policial es el foco central del compromiso de la seguridad de Canadá con México está acorde con la estrategia militar actual, la cuál pretende que la policía local tenga un papel clave a largo plazo. “En términos más simples, el objetivo de la intervención militar es para restablecer la situación hasta el punto en que la policía y las fuerzas de seguridad de la nación anfitriona pueden mantener la ley y el orden”, se lee en “Counterinsurgency Operations Manual” (Manual de Operaciones de la Contrainsurgencia”) de Canadá.
De hecho, sacar al ejército de las calles de Juárez y el resto de México es también un objetivo declarado del Departamento de Estado de los Estados Unidos. “El Embajador destacó que el ejército mexicano necesita una estrategia de salida”, dice un comunicado del Departamento de Estado publicado por Wikileaks. “México debe reforzar sus fuerzas de policía civil y de procuración de justicia para cubrir gran parte del espacio actualmente ocupado por los militares.”
Aunque las tasas de homicidio han comenzado a disminuir en Ciudad Juárez, sigue habiendo muchos más asesinatos en la ciudad de los que había antes del 2008. Los policías federales todavía patrullan Juárez, por lo general enmascarados, a menudo en la parte trasera de una camioneta con rifles AR-15 automáticos en sus pechos. Los residentes indican que el simple hecho de estar en la calle es suficiente para provocar la búsqueda y detención por la policía, comparando la situación con un toque de queda no oficial en las que los más pobres son blancos regulares de abuso policial.
Lejos de mejorar la seguridad para los residentes de las ciudades y pueblos mexicanos, la sustitución de los soldados con una policía expandida, internacionalmente entrenada y militarizada es equivalente a la extensión de la guerra, con otro nombre.
Dawn Paley es una periodista independiente y cofundadora de la Vancouver Media Co-op
En colaboración con
Agencia Autonoma de Comunicación (AAC)