(IPS) – “No tenemos por qué vivir con miedo si somos ciudadanos y ciudadanas de Chile, votamos y trabajamos. Sin embargo, estamos cada día temerosas de ser agredidas”, reconoce Carla Oviedo, de 33 años, víctima de discriminación por su orientación sexual.
Tras siete años trabajando en una empresa del rubro alimenticio, Oviedo afrontó uno de los peores momentos de su vida en 2010, cuando sus compañeros de trabajo, la mayoría hombres, se enteraron de su orientación sexual.
“Entonces comenzaron las burlas y las amenazas, hicieron correr la noticia de que yo era lesbiana por toda la empresa, y todos se enteraron de algo que era íntimo. Me llamaban Carlos, me agredían e insultaban”, relata a IPS.
El acoso fue incluso más allá. “Un día subí a una camioneta de la empresa junto a un supervisor. Tomó mi mano y la puso entremedio de sus piernas mientras me preguntaba cómo a mí no me iba a gustar eso. Fue terrible”, recuerda.
Poco tiempo después la firma la despidió sin motivo aparente, sin explicaciones y sin siquiera indemnización por los años trabajados.
Oviedo recurrió entonces al Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) para presentar una querella ante los tribunales laborales, que culminó con un acuerdo económico compensatorio, pero sin sanciones para la empresa.
Casos como el de Oviedo se viven a diario en Chile, donde prevalecen posturas conservadoras al punto de que hasta hace 13 años aún se castigaban con cárcel las relaciones sexuales entre hombres adultos.
Hoy, 22 años después de recuperada la democracia, los movimientos por los derechos de gays, lesbianas, transexuales, transgéneros y bisexuales batallan por una ley antidiscriminación que termine con décadas de abusos.
El Informe Anual de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual en Chile indica que los casos y denuncias por homofobia y transfobia aumentaron 34 por ciento en 2011 respecto del año anterior, registrándose un total de 186, tres de ellos, asesinatos.
Un proyecto de ley que establece medidas contra la discriminación, presentado en 2005, se encuentra actualmente listo para iniciar su tercer y último trámite en la Cámara de Diputados, una instancia clave para los activistas que buscan reponer artículos que fueron “cercenados” por grupos conservadores en su paso por el Senado.
“Fue el punto que protegía los derechos de la diversidad sexual el que entrampó la discusión en el Congreso”, indicó a IPS el presidente del Movilh, Rolando Jiménez, quien ahora apela a que se forme una comisión que reponga los artículos eliminados y complete la ley tal cual como fue presentada.
Se prevé que en cuatro meses el proyecto estará listo para ser promulgado, luego de que el Poder Ejecutivo, en un acto que sorprendió, dio suma urgencia a su tramitación.
Pero, ¿qué motivó al gobierno a acelerar un proyecto que lleva siete años en el parlamento y al que gran parte de su coalición política se opone? La razón fue uno de los ataques más brutales a una persona homosexual que se hayan visto en este país.
La mañana del 3 de marzo, Daniel Zamudio, de 24 años, ingresó a la Posta Central de Santiago con un traumatismo encéfalo craneano grave, hemorragia, lesiones múltiples corto-contusas en la región facial, tórax y extremidades, una neumonía aspirativa y una fractura expuesta tibio-peroné.
Zamudio había sido torturado por casi seis horas por cuatro jóvenes vinculados a grupos neo-nazis, que lo atacaron sin contemplación tan solo por ser homosexual.
Uno de los imputados, Raúl López, relató en su declaración que a Zamudio le pegaron “patadas, combos (puñetazos) en la cabeza, en la cara, en los testículos, en las piernas, por todo el cuerpo”. Luego le marcaron tres cruces esvásticas con el gollete de una botella de pisco que minutos antes habían quebrado en su cabeza.
“Daniel Zamudio fue víctima de una sociedad que no respeta, que no se preocupa y que le da rienda suelta a grupos como los que lo atacaron. Por eso luchamos por una ley antidiscriminación, pues no puede ser que a una persona inocente la despellejen viva por una condición que es propia”, cuestionó Oviedo.
Los cuatro acusados de este brutal ataque fueron detenidos el 9 de marzo y esperan en prisión preventiva el desarrollo de la investigación judicial, mientras la víctima se debate entre la vida y la muerte.
Para algunos, solo un caso como este fue capaz de sensibilizar transversalmente a todo el país respecto de la urgencia de una ley antidiscriminación.
“Con Daniel se catalizó un sentido común mayoritario que cada vez es más tajante y que es el rechazo a la violencia, sea esta por orientación sexual, por discapacidad o por origen étnico”, sostuvo Jiménez.
El activista destacó que uno de los artículos centrales del proyecto de ley establece las categorías de la discriminación.
“Enumera taxativamente una serie de causales por las cuales no se permitirá discriminación arbitraria y, por lo tanto, es una tremenda conquista del movimiento respecto de una ley que queda abierta para que se incorporen otras causales”, señaló.
Jiménez añadió que también prevé un mecanismo jurídico específico para combatir la discriminación, que faculta a los afectados a interponer una acción ante el juez penal.
Con todo, Jiménez reconoció que la futura norma puede ser la mejor del mundo, pero no resuelve por sí sola los problemas de discriminación.
“Esto tiene que ver con un cambio cultural profundo en la sociedad chilena, con la profundización democrática, tiene que ver con una nueva institucionalización, una nueva Constitución y otras cosas más”, detalló.
Sin embargo, destacó que la ley, una vez mejorada, será una señal potente desde el punto de vista político y jurídico.
Oviedo, en tanto, lucha por vencer el miedo y evitar que aparezcan más personas víctimas de discriminación.
“Tengo una vida sumamente normal. Mi vida es regar el patio, sacar la basura, pagar las cuentas, es que seamos felices mi pareja y yo. Tan solo quiero caminar libre y tranquila, sin miedo a ser agredida por el hecho de demostrar amor”, concluyó.