Ecuador: Lucharemos día a día: NO A LA MINERÍA EN INTAG

Oscar Curtid habló en la radio de mano, "Somos unos 50 más o menos reunidos aquí en Junín listos para bajar." Listos, pareció, para bajar al próximo pueblo donde Ascendant Copper tiene trabajadores acampando cerca de los restos quemados de la oficina de campo destruido durante otra excursión de pobladores enojados por los engaños de la empresa. "Primero deberíamos reunirnos para organizarnos bien, "Era Marcia, otra líder joven de la comunidad. "Pero estoy preocupada de que estén escuchando, deberíamos utilizar nuestros celulares."

Pareció que las medidas de hecho eran inminentes pero Oscar estaba relajado, ubicado en el último piso de la cabaña en el bosque nublado de Junín. Se había practicado la comunicación por radio anteriormente, considerándola únicamente como un "juego de mente". "No vamos a hacer nada," dijo con sonrisa abierta. "Sólo queremos ver si los mineros están escuchando y qué hacen."

Más tarde, una patrulla en moto con guardias de la empresa sugirió que quizás alguien había escuchado la conversación.

A veces, es casi deportiva, la lucha de la gente de Junín contra extranjeros que vienen en busca de cobre en sus montañas cubiertas de bosque. Pero las personas del área están ya cansados de la necesidad de luchar y la lucha diaria puede hacer mella en la vida de la comunidad. Llegamos a principios de abril temporada de lluvia. El bus llegaba sólo hasta el hotel Villa Dorita, un punto de referencia: como la sede local de la empresa minera y sus empresas contratados. Paseamos allí brevemente, un guardia armado nos tomó una foto a escondidas. "Sonríe,"dijo Wayne, "ya saben que estamos aquí."

El ser "grabado" así no es nada extraordinaria para la gente de Junín. Cualquier presencia nueva en el centro poblado de García Moreno provoca en estos guardias la inmediata reacción de sacar sus cámaras digitales o espiar desde los techos con sus binoculares. Nuestros amigos de Junín contraatacan con sus propias fotografías y grabamos con nuestra filmadora – un enfrentamiento digital en la plaza.

Cuando estos matones llevan armas, la apariencia local de Ascendant Copper se vuelve muy fea. Una mañana en junio cuando salíamos en carro a una reunión, rebasamos a tres gángsteres patrullando a pie en la carretera a kilómetros de su sede. Uno tenia una escopeta, otras habló por la radio a quién sabe qué otra persona cuando pasamos. Llevaban gafas de sol, gorras y una mezcla de ropa civil y uniforme de seguridad. No protegían nada, no tenían ningún tipo de identificación a la vista.

Para Polibio Pérez y su familia, estos hombres son una diaria amenaza. Líder dedicado a la oposición de la presencia de Ascendant vive en Chalguayaco Bajo en el centro de la actividad de la empresa. "No están protegiendo a nadie. Si no que están andando, espiando, buscando información. Es preocupante porque antes ésta era una zona tranquila y ahora la familia no puede vivir en paz." dijo. Una tarde, nos sentamos fuera de la casa con Polibio, su esposa Sonia, sus hijos jugaban fútbol en la calle. Dos gángsteres pasaron zumbando, tocando la bocina y saludando de forma engreída.

Probablemente, a Ascendant Copper le encantaría tener tanta presencia en Junín, el pueblo  ubicado directamente sobre una posible mina y también un bastión de fuerte oposición. La empresa trata de infiltrarse, mandando un falso guía de turismo, supuestos investigadores que llegan sin aviso y seguidores que dicen venir para comprar productos agrícolas pero que luego conducen tomando fotos. Es por eso, hay una cadena cerrada atravesando la única vía que ingresa a este pueblo de 40 familias. A este punto se le llama ´El control´ y en él, a modo de explicación se ha clavado en un árbol cercano un cartel que reza: ´Ingreso prohibido a las compañías mineras. Las tierras no se venden, las tierras se defienden.´ Rosario Piedra y su familia tienen la llave del control. También, trabajan en la cabaña comunitaria de Junín. Los turistas son recibidos afectuosamente, pero, desgraciadamente, los intentos de infiltración por parte de Ascendant provocan sospechas a los visitantes desconocidos o que llegan sin previo aviso a la entrada.

Pero la empresa ingresa a Junín, no con guardias en moto ni con hombres trabajando con cascos y botas amarillas proveídos por la empresa, como se puede ver en Chalguayaco. Su presencia es conocida en los rumores, sentida en la desconfianza, en el enojo, frustración y cansancio de las personas que viven una lucha diaria.

Rumores: Que hubo un "pase de dinero" de unas manos a otras antes de que los hermanos Sánchez declararan contra Polibio Pérez sobre el incendio de la oficina de campo en diciembre pasado. Los hermanos estaban entre los cientos de personas presentes, ´ecologistas´ como tacha la compañía a aquellos que se oponen al proyecto de cobre. Ahora trabajan como obreros para Ascendant y se dice que la familia ha tratado de vender tierra a la empresa. Un sábado por la tarde, una copia de su declaración firmada llegó a la plaza del pueblo. Enojados, miembros de la comunidad se enfrentaron con uno de los que traicionaron este enfrentamiento produjo una refriega.

A la mañana siguiente, la madre de los Sánchez caminó al pueblo, se sentó y esperó con un palo pesado a la multitud habitual de la tarde de los domingos. "Mira cómo se comportan los mineros, viniendo con semejante palo," dijo un anciano del pueblo. Hombres y mujeres cotilleaban y miraban el volley, con un ojo pegado en aquella mujer mientras ésta profería  insultos y agitaba su palo.

"Podríamos pelearnos al interior de nuestra comunidad mientras que la compañía se queda tranquila," dijo Rosario.

Todo el mundo aquí sabe que la división es el plan de juego de la empresa, que su estrategia es el provocar peleas para debilitar y preocupar a la comunidad.

Cuando la Señora Sánchez cambió su palo por un machete nadie mordió el cebo.

 Vender tierra a Ascendant es una traición grave a los ojos de la gente de aquí. El año pasado, César Calvachi perdió su puesto de presidente de la comunidad cuando negociaba para venderse. El trato no se llevó a cabo pues la compañía no le respetó, dice él, pero recién ahora está siendo reintegrado a la vida del pueblo, tomando su puesto en las mingas y apareciendo algunos domingos en la plaza.

 Aún hay familias enteras a las que nosotros, los observadores, no hemos sido presentados pues han vendido tierras. Pero todavía están aquí, recibieron un plazo de dos años para quedarse, permaneciendo aislados de los eventos de la comunidad.

La mayoría siguen luchando, entienden el daño hecho al espíritu de la comunidad por cualquier apoyo implícito a la empresa.

Víctor Calvachi ha sido un líder de la lucha desde que pasó de puerta en puerta explicando el caso contra Bishi Metals en los años 90s. Ahora está enojado al ver a los trabajadores de la empresa caminando a casa por Junín y llevando esos cascos y botas de color fuerte que da la empresa para que nadie pueda olvidar su presencia.

"No piensan a largo plazo, pobres inocentes," dijo Víctor sentándose en su veranda frente al bosque exuberante que aprecia tanto. "La empresa tiene esas mascotas. Si quieren trabajar, pueden, tienen la libertad. Pero no deberían tener permiso de regresar aquí llevando puestas las ropas de la compañía. No deben."

Con la fase de compra de tierras aparentemente casi terminada, el contratar trabajadores ha sido, durante nuestro tiempo aquí, la principal forma de sacar a las personas de la colectividad. Y sólo cuesta $10 al día en salarios, barato para una empresa con bastantes inversionistas de dólares.

 Una vez que una persona acepta el trabajo, la lealtad de otros miembros de la familia puede ser puesta en tela de duda. "¿No confía en ella?" Preguntó Ping a Oscar cuando él discutía sobre un miembro de una de estas familias. "No confío ni en mis propias botas. A veces me fallan y me caigo," dijo. Es mucho más difícil que las familias se unan bajo estas circunstancias, que sean abiertas, que confíen los unos en los otros.

 Los trabajadores son ostensiblemente contratados para realizar mantenimiento básico del camino como recoger escombros a pala, pues el camino se encuentra a menudo cortado por deslaves, o trabajan en las llamadas haciendas modelo, en los cultivos. Don Bolívar Enriques tomó el dinero, transportando a los trabajadores de la compañía en su camioneta, una de las dos únicas que sirven a Junín. Alegó que era sólo por una disputa que se había dado sobre las ganancias del trabajo entre los dueños de los tractores. Pero su persistente renuencia a hecharse hacia atrás lo convirtió en un blanco de ira durante una memorable confrontación con el personal de la compañía y seguidores en los bancos del río Chalguayaco.

"¡Papi, papi!" gritó su hija sorprendida, al verlo en el lado erróneo del río, luciendo un casco. Otra persona lo aporreó en la cabeza, enfurecida por la traición. Había ira en el aire ese día en Junín y las personas  están aprendiendo de ella. "La compañía está tratando de provocarnos con estas confrontaciones, para que se nos culpe de más cargos," es la forma común de plantear el riesgo.

Los salarios fueron embolsados por un aproximado de media docena de hombres de Junín con más trabajadores en Chalguayaco. La compañía entrega beneficios, efectivo y caminos abiertos, para intentar atraer la atención de la gente a corto plazo y lejos de lo que la imagen de un proyecto minero significaría a largo plazo si éste fuera totalmente llevado a cabo.

"El año pasado, la compañía dio una charla en nuestro colegio diciendo que ellos sólo querían perforar huecos de exploración y no hacer una mina," escribe Anabel, de 14 años en su carta a los periódicos canadienses. "Pero creemos que son mentiras."

El delegado comercial en la Embajada canadiense en Quito nos pidió que transmitiéramos la misma frase de "es sólo exploración", el día en que presentamos nuestra denuncia de violaciones a los derechos humanos.

Es una campaña que se filtra de arriba hacia abajo en folletos brillantes y portavoces pagados, acompañados de visitas gratis del doctor, becas universitarias y fiestas del día de la madre para partidarios.

Don Mariano, de la ciudad de Barcelona describió la estrategia de la compañía a través de una metáfora visual. Señaló la botella con un poco de agua azucarada en el fondo que usa para atrapar moscas en su cocina. "Ellos ponen un poco, sólo un poquito de dinero para atraernos hacia dentro y hacernos caer."

Él mantiene otro control de entrada al otro lado de la colina, a un día de camino de Junín. Un paseo desde su casa es al río Aguagrum donde alguien ha grabado sobre un gran y musgoso pedrusco: "No permitimos la minería". Agua fría y fresca de los riachuelos de montaña pasa corriendo.

Hemos realizado visitas a otras comunidades en la línea del frente – Barcelona, Cerro Pelado y Triunfo y se nos dijo repetidamente lo mucho que la gente aprecia su medioambiente saludable: agua fresca, aire limpio.

Decir que no están bien informados, como nuestros amigos de la embajada insistieron en decir, es infravalorar su década de lucha. Bishi Metals dijo que al rededor de 100 familias tendrían que ser reubicadas para una mina, un hecho tan audazmente mencionado en su reporte de impactos medioambientales de 1990s y que todavía se lo escucha mencionar.

Ascendant Copper y sus aliados siguen diciendo que es solo una compañía de exploración. Pero la gente de estas comunidades Inteñas ven tan claramente la "gran película", que una exploración exitosa llevaría a presiones comerciales para abrir una mina de cobre en sus tierras.

 Ahora una más amplia cúpula directiva está al tanto de la amenaza. En mayo 2006, los siete presidentes de las parroquias de la región de Intag pidieron la salida inmediata Ascendant Copper.  El Alcalde del cantón Cotacachi, Auki Tituaña ha dejado claro al gobierno nacional que quiere ver "las espaldas" de la compañía. La gran caída de los precios de stock de Ascendant sugiere que los inversionistas están también al tanto del nivel de resistencia.

Una reubicación exitosa sería una fantasía, cuando hasta cuatro generaciones hacia atrás llaman a Junín su hogar, en donde cada uno conoce a los demás por sus nombres y nunca dejan de saludarse con un apretón de manos. Ocasionalmente existen riñas entre los vecinos, claro, y eso confirma el punto – Junín es un sitio de real convivencia comunitaria. No puede ser arrancado de sus raíces y reubicado en algún otro sitio sin una enorme pérdida. La gente sabe lo que tiene y lo que quiere y lo que no quiere para su futuro.

Así que siguen luchando. Docenas de personas dejan sus casas a las 2am para unirse a una gran protesta en Cotacachi y Quito.

Víctor Hugo Ramírez saca su Motorola cuando un grupo de hombres desconocidos es visto caminando por el camino a Junín. Las mujeres trabajan largas jornadas cocinando y limpiando la cabaña para los turistas, vertiendo su energía en este ingreso alternativo. Y los Tucanes, la banda local nacida de la lucha, se junta en una tarde para tocar sus canciones a un nuevo grupo de turistas. Entonan un ritmo en sus guitarras y dan nueva energía a la pesada lucha. Oscar Cultid canta:

 

En unidad de comunidades

luchamos por nuestras vidas

defendemos nuestros derechos

y queremos la libertad.

 

 

—Wayne Erb y Ping Sim recientemente completaron cuatro meses en Junín como observadores internacionales de los derechos humanos como parte de la Red de Solidaridad de Intag.