Seguridad vecinal, no autodefensa, crece en las orillas de la ciudad de México

 

Fuente: desinformemonos.org

“Son 12 calles y tres barrios  los que estamos organizados, lo que representa más de la mitad del pueblo”, relata Ernesto Gómez, originario de San Nicolás Totolapan, delegación Magdalena Contreras. En este lugar, indígena y campesino, “las calles están organizadas para la seguridad de la comunidad, ya que se dieron intentos de secuestro”. Los vecinos aseguran que no son grupos de autodefensa, y que tuvieron que organizarse ante la indiferencia del gobierno.

San Nicolás Totolapan, “lugar de gallinas de agua” –aves silvestres que antiguamente abundaron aquí- es un pueblo originario que se encuentra en la parte sur del Distrito Federal. Esta comunidad pertenece a la delegación Magdalena Contreras, en los límites con Tlalpan, y constituye una  frontera entre delegaciones. Esta característica supone  un cordón de  marginación y pobreza, ya que ninguna de las dos quiere hacerse cargo de las políticas públicas, denuncian los pobladores.

La inseguridad, al igual que en otras partes de México, obligó a los vecinos de Totolapan a reaccionar. “En la calle ya te encontrabas personas que, tomadas, se ponían violentas y te asaltaban, pero lo que detonó la organización fueron los secuestros”, explica Gómez. “A un chavo lo asaltaron, le quitaron el celular y lo picaron.  A una señora, cuando fue a dejar a su hija a la escuela, pasó una camioneta que abrió la puerta y jaló a la chica. La señora logró tomar a su hija, y los de la camioneta la picaron para que soltara a la niña, pero los vecinos salieron y lo impidieron”, abunda.

La organización comenzó en la calle donde  apuñalaron al joven, detalla Gómez: “Nos encontramos con que nos estábamos autorganizando, y surgieron las propuestas de los silbatos, los cuetes y los rondines organizados”.

Las calles de algunos de los barrios de San Nicolás se encuentran en laderas de cerros. Son pequeñas, y a veces solamente puede entrar un automóvil. Estos espacios hacen posible el encuentro de los  vecinos que se organizan para la seguridad. “Cuando nos juntamos, nos platicamos qué vemos”, explica  Ernesto Gómez. “Después nos vamos a otro barrio, y así pasamos la noche. Algunos empiezan desde las 8 de la tarde, otros a las 11 de la noche, y terminamos a las 3 de la mañana”. Los rondines de seguridad se asemejan a veces a una fiesta. Los habitantes de cada calle sacan el café y el pan, y salen al espacio público.

En Totolapan, muchas de las actuales colonias anteriormente fueron pueblos. El gobierno de la ciudad les quitó el estatuto de pueblo originario e implementó los comités vecinales, controlados por las mismas autoridades, “lo cual es una estrategia para destruir a los pueblos”, acusa Ernesto Gómez. Pero las colonias, como Chichicaspa, comenzaron a organizarse como barrios y por calles con el tema de la seguridad.

Gómez, miembro de la seguridad comunitaria, explica que a sus rondines y su auto organización los avala el artículo 2 de la Constitución, así como convenios internaciones. “No somos un grupo de autodefensa”, se defiende una vecina para referirse a los términos en que diversos medios de comunicación colocaron a sus rondines. “No  somos de ningún partido político ni tampoco buscamos ser protagonistas”, agrega un delegado de la calle de Retama. “Nuestro único  interés es que  exista seguridad”.

El 3 de marzo de 2014 se realizó una asamblea en la explanada del pueblo, donde más de un centenar de personas, entre ellos algunos delegados de calle, expusieron a las autoridades delegacionales los avances que lograron en cuanto a seguridad. Éstas anunciaron, a través de medios de comunicación, que desarrollarán un operativo policiaco en pueblos y colonias para resguardar las calles e inhibir la participación de la comunidad.

La asamblea también tocó asuntos relativos a la seguridad en el transporte y  luminarias  para apoyar a las personas que llegan tarde a sus casas. Estableció que realizar diagnósticos de calles es tarea de los vecinos cuando participan en los rondines. La tarea general, definió, es seguir vigilando y  demandando los servicios necesarios de seguridad para poder transitar.

Los habitantes están pensando en formas de organización para sostener sus acciones. Un vecino sugirió: “tenemos que organizarnos por calle, con delegados, por escuelas. Si sumamos, tendremos cerca de 400 representantes, o bien asambleas por cada 15 familias”. También se expresaron demandas de otro orden, como el reordenamiento de la plaza cívica, del transporte público y de los puestos ambulantes de comercio.

Otra vecina explica que “se han llevado documentos a la delegación explicando el problema de la inseguridad”, pero asegura que nadie los escucha y es por eso que tomaron la iniciativa de patrullar los barrios.

Ante el argumento del jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera –quien posee una casa en el pueblo, aseguran los vecinos- en el sentido de que no existen denuncias de los delitos, Gómez explica que esto sucede porque la gente no confía en el Ministerio Público y ya no denuncia, y “la prueba es que estamos organizados”.

“Estamos tratando de seguir con la organización comunitaria, que no sólo se trate de la seguridad, sino también que se emprendan nuevas ideas que sirvan a la comunidad”, concluye Ernesto Gómez.